Caminos discordantes me introdujeron en el mundo de los sueños.
Me precipité en lo onírico sin poder hacer nada para evitarlo, ya que el cansancio acumulado de la soledad me entrego sin compasión.
Allí estabas tú, brillando como siempre, como te recordaba, como lo habías hecho tanto tiempo atrás.
En un breve lapso que apenas duro unos segundos, nuestras miradas paralizaron el tiempo.
Me acerqué a ti.
Un momento mágico, fue como si saliéramos de nuestros cuerpos y las almas se acercaran haciendo caso omiso al Tic-Tac de los relojes, parando el tiempo mientras traspasaban el espacio que delimitaban nuestros receptáculos imperfectos.
Sentí el roce de tus caricias, mientras mis manos envolvían tu silueta desnuda.
Como ángeles sin sexo nos envolvió un aura de satisfacción mística.
Labio contra labio, Cadera contra cadera, piel contra piel, nos enzarzamos en un baile descontrolado ajenos a nuestros propios cuerpos que se observaban en la distancia, fuimos uno justo en el momento que de mi razón desapareció el simbolismo del dos.
Un olor a almendras amargas se introdujo en el aire mientras con separábamos con el agonía de un niño cuando le quitan su juguete favorito.
Apareció el MIEDO, los recuerdos, el DOLOR.
Quise despertar alejarme de todo, pero no pude.
Todo se apago, tu desapareciste y me quede solo de repente, sentí tu partida y quede en paz con mis sentimientos, un momento más tarde desaparecí yo.

¿Quién preguntaría por mí?