Miro la pantalla y ella me mira a mí. Pretendo escribir algo relacionado con las palomas. La hoja virtual pareciera arrugarse en sus esquinas y sin que yo escriba nada, comienza a aparecer la siguiente lectura:
“las palomas deben emigrar de nuestras almas para transformarse en vocablos.”
Consternado ante esta inusitada situación, trato de borrar aquello pero el teclado se me encabrita y se niega a que yo pose mis dedos sobre él. Me levanto espantado ante este estado de cosas, rotundamente sobrenatural. Entonces visualizo una vez más sobre la pantalla, la siguiente frase:
“Vocablos que se desmigan y huérfanos de alero alguno, se alinean en fila india para simular que tienen algún sentido.”
Me palpo la frente para verificar si estoy sufriendo de algún tipo de fiebre que me provoca alucinaciones. Releo lo escrito en la pantalla y entonces pienso que alguien me juega una trastada. En ese mismo instante, las palabras parecieran desplomarse en la página y caen y caen a velocidad sideral para recomponerse, al cabo, en la siguiente frase:
“Existen palomas asonantes, palomas esdrújulas y palomas adjetivas. Las primeras emiten sonidos sordos, guturales, son palomas mudas que se rehuyen incluso a sí mismas. Las palomas esdrújulas vuelan de manera oblicua y descienden de ese modo sobre los tejados esdrújulos, son acentos emplumados que revolotean una y otra vez sobre el mismo punto...”
Trago saliva, esto ha ido demasiado lejos. Necesito recuperar el teclado, es perentorio que lo haga, sino mis dedos se anquilosarán hasta transformarse en dedos pétreos que sólo ambicionaría una estatua. Sobre la pantalla refulge otra frase:
“...las palomas adjetivas son aquellas que no existen, son avecillas oníricas que siempre mencionamos pero que carecen de sustancia, sus huesos tienen la consistencia del polvo del cristal y su plumaje se teje con hebras de viento. Las palomas adjetivas sólo vuelan en los sueños.”
Trato de atrapar el teclado, domeñarlo a punta de golpes, pero en ese momento las teclas parecieran desprenderse y adquiriendo vida propia se elevan sobre la habitación y planean sobre mi cabeza como pequeñas aves. La pantalla, una vez más, se tiñe de palabras:
“Palomas en fuga, pájaros memoriosos que simbolizan las ideas imposibles de atrapar, porque son parte de lo etéreo. Desmadejarlas, significaría destrozar el tinglado sutil de lo susceptible, por lo que más vale que se queden suspirando en su intangibilidad para que el escritor pueda recoger las uvas de la creación.”
Mi cabeza se estrella con violencia contra la pantalla del monitor. Esto me ha dolido, vaya que me ha dolido. Abro mis ojos y la página continúa en blanco, esperando que escriba algo sobre ella. Suelto mis dedos, abriendo y cerrando mis manos y me dispongo a escribir. Por supuesto, nada que sea relacionado con las palomas...
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