FRIO:
Sacudí la cabeza tratando de alejar de mi mente los pensamientos que recurrentemente me abrumaban, y otra vez acostado e inmóvil, soportaba aquella sensación fría que recorría mi espalda.-
Ya comenzaba a sentirla a diario, y era la causante de que no pudiera conciliar el sueño, lentamente me incorporé en la cama y busqué en la penumbra de la noche una cobija para echarme encima, aunque sabía que esa no sería la solución.-
Otra vez más, y sin desearlo, mis pensamientos nuevamente me llevaron hacia ti, y recordé, que antes de perderte no sentía ese frío en mi espalda, antes, cuando no necesitaba más abrigo que el que me daba tu cuerpo, tu tibio cuerpo de mujer apretujado contra el mío.-
Quise retenerte entre mis manos, pero ese deseo fue en vano, inútil, como es inútil tratar de contener agua en ellas, escapa poco a poco, como escapaste tu.
El agua, dejó en mis manos su humedad, y tu, este extraño frío.-
De un manotazo tome la frazada que había percibido, en la penumbra de mi habitación, abandonada sobre la silla al costado de mi cama, y la volqué, casi como al descuido sobre mi, acurrucándome, como lo hacía antes contigo, pero de a poco, otra vez el frío me hacia tiritar.-
Así, poco a poco fui cerrando mis ojos, descubriendo que desde que te fuiste, me había invadido esa sensación fría llamada soledad.-
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