A Paco...
Radio Galletas
–¡Radio Galletas! – Decía la voz que salía por una radio destartalada sobre el muro de la plaza. Se había formado un corrillo en el barrio para escuchar a Antonio “El Junco”, entre los que escuchaban estaban sus amigos de siempre “El Guanajo”, “Bomarli”, “El Cojo”…pocos faltaban. Los chiquillos dejaron de tirar tunos indios a los parabrisas de los coches que pasaban por la autovía, desde unas de las laderas de aquellos arrabales, se acercaron corriendo al aviso de uno de ellos, los perros se unieron a sus carreras…
Las calles eran de gravilla y tierra, con riachuelos de orines, al menos hoy había pasado el camión de la limpieza a primera hora, en forma de lluvia mañanera. Una maraña de cables partía desde un poste eléctrico cercano, recorriendo techos de uralita y latón. Entre las paredes de cartón piedra, puertas de retales de chapas, ventanas de plásticos de invernadero con persianas de papel de periódicos y sobre un techo de hojalata, sobresalía un mástil más largo que los demás que terminaba en lo alto con un trozo de tubo de cobre, sacado del estercolero…
– Y aquí tenemos a “La Choncha” que va a mandar saludos…
– Saludo a mi madre, que me estará oyendo, a mis tíos, a mi primo Jonay "El Pelao” del módulo dos, que se esté tranquilo que ya falta poco, a su compañero “El Coneja”, a…
Los mayores sacaron sillas de plástico de sus viviendas del reciclaje y los chiquillos encendieron una fogata con papeles…
– Y ahora seguimos con la mejor música del mundo, Looos Chichooos…
Y todo el mundo comenzó a dar palmas y a bailar… Cathaysa tomó al pequeño Tinillo de las manos, con sus dos palillitos de enclenques brazos tiznados, su carita levantada hacia el cielo, mirándola como si fuera la figurita de escayola de la virgen de la ermita, reía sin parar, mientras ella con los ojos muy apretados seguía la letra de la canción, bordando cada estrofa, cada nota, fundiéndola en una con la de la radio, juntos daban vueltas y más vueltas…por unas horas, la plaza de las baldosas, castañearon sueltas sobre el barro, todas distintas, todas rotas, con sus bancos de bloques y asientos de tablones se convirtió en la fiesta (plaza) de la alegría…
Así fue el día en que Paco llegó con todos aquellos trastos y enredos de cables para instalarlos en el cuartucho que hacía las veces de local de reuniones, punto de entrega de ropa usada de la asociación, sala de juego de dominó y ahora también local de emisión de la radio de las chabolas…una emisora montada en una lata de galletas y tubos de agua como antena.
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