Un agudo dolor en el pecho le anunció a Billy Tipton - un gran pianista en la escena del jazz – que la hora final había llegado. Su hijo -un hombre de cuarenta años y que lo acompañaba en ese momento porque había pasado a visitarlo en la suntuosa mansión en la que vivía solitario- marcó en un antiguo teléfono rosado el número de emergencias.

Una ambulancia llegó rápido, más rápido de lo esperado. El paramédico y su ayudante entraron con la maleta de los primeros auxilios y atendieron al viejo músico de 78 años, el cual gorgoteaba palabras que nadie podía entender.

El paramédico abrió la camisa del viejo y descubrió lo inesperado.

- ¿Dígame señor, su padre alguna vez intentó hacer un cambio de sexo?

- ¿Perdón? – preguntó el hijo, extrañado.

- Disculpe que lo pregunte, pero observe usted mismo…

Dos pechos de mujer asomaban sus pezones entre la camisa abierta...

- Son míos... siempre lo han sido – gorgoteó el viejo.

Todos se miraron entre sí, en silencio.

La ambulancia transportó el viejo al hospital. Horas después murió.

La autopsia levantó el manto de la duda: Billy Tipton era mujer, desde su nacimiento.

Las dos esposas de Billy pidieron que no se dijera nada a la prensa.

El cuerpo de Billy fue incinerado lo más pronto posible para evitar investigaciones al respecto. A las dos esposas les fueron entregadas las cenizas; por común acuerdo decidieron repartirlas en dos urnas.

Los hijos no hicieron preguntas, las madres no ofrecieron explicaciones. En la cena después de la exhumación se contaron anécdotas legendarias del famoso músico y alabaron las cualidades paternas de aquel gran hombre.

Todos brindaron por la vida de Billy Tipton, el gran pianista de jazz, excelente músico, gran padre.