Quimeras accidentales
Mis circunstancias no van más allá de un cigarrillo consumido en un solo jalón, de un vodka a fondo blanco, de un asiento en última fila... de una lápida sin fecha de resurrección. Todas las mañanas cuando de un rugido el asfalto asesino de optimismos llama soy uno más de los que comparten este mundo, esta Babel y cada noche al gotear luciérnagas a sotavento de mi velero anclado en la azotea de mi edificio las fantasías inconscientes son ese terreno interminable que al resto está vedado, ese terreno donde los hipogrifos nadan en mi alberca sin mayor preocupación, el espacio donde tus seis brazos sostienen lo insostenible y tus tres ojos ven tras la pared que levanta el pasado.
Un minuto fue más que suficiente para vivir este día gemelo del que ya pasó, las mismas vueltas de tuerca: el despertador con forma de Mickey Mouse, la saliva chorreándote, la comezón justo ahí, una ducha bien fría, un café bien caliente, el puto nudo winsor que no me sale, la happy for men de clinique para ser feliz, la cucharada de cereal por que no hay tiempo para más, el bus que no pasa, el taxi que no se detiene, el retraso, la oficina, el regaño, la compuuuuuuuuuuuuuutadora, la lonchería de la esquina, el sándwich de atún, la ensalada verde y tus manos detenidas en la mías cuando pago, de nuevo tus manos y las mías, mi cambio y un papelito con un número, un quiebre temporal, la compuuuuuuuuuuuuuutadora, la hora de salida, el desorden en el escritorio (después lo arreglo), el “llega mañana temprano”, el retroceso, el bus que no pasa, el taxi que no se detiene, el edificio, la llave, la cerradura, una asociación sin ton ni son, el ascensor, el 6-D, los zapatos en la sala y los calcetines sobre el sofá, por fin el nudo suelto, las revistas para mayores de edad, un duchazo más largo de lo habitual, la lasagna, la llamada, el “mi mujer no se encuentra”, el auch, el quiebre temporal, el timbre del microondas, la realidad… la ilusión se basa en querer ser engañados.
Una eternidad no alcanzaría para vivir un minuto junto a ti. Esta noche han llovido más luciérnagas que nunca antes y el viento ha henchido las velas de esta nave con rumbo incierto, sólo me queda deshilar las alegrías que día tras día me obsequiaste mientras espero por una respuesta que busque el perdón, sólo me queda alimentar a los hipogrifos con los pedazos de silencio que conforman mi cobija mientras tus seis brazos depositan monedas en mi boca, mientras tu tercer ojo descubre mi horror a la verdad… Quiero despertar.
Mis circunstancias no van más allá de un mundo que no le deja lugar a otro, de un izar banderas en medio del desierto, de un paseo en lomos de un artilugio que dormidos nos reconcilia con la vida, de una lápida sin fecha de resurrección.
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