Sería un momento cumbre como director ante la orquesta. Sin embargo un sabor agrio trepaba su garganta, mientras las alucinaciones proseguían en el laberinto de la mente. Era tarde para remordimientos; quizás su vida ya había concluido...
Tomó fuerzas y entró al escenario. Infinidad de aplausos festejaron su retorno. Con la batuta al cielo dio una estocada inicial y los músicos comenzaron. Su fogosidad como director era conocida mundialmente, bajo los movimientos de sus brazos danzando en sinfónicas cadencias. Del andante moderado creció hasta un allegro estrepitoso; fue mago; artífice; pájaro; Dios; hombre. Hasta que nuevamente los lamentos de esos rostros aparecieron. La música fluía entre sus manos, mientras esas mismas caras giraban alrededor. Una ovación ininterrumpida lo volvió a la realidad de públicos y aplausos, donde otro mundo sin revelar acorralaba ese talento en un sin fin de asesinatos impunes...
Bueno, ahora que se disiparon los malos olores pude leer tu cuento el cual destella con mil fulgores. El que no capra eso o es ciego y es nada. Mis estrellas
gui