La llama infausta de mi ojo izquierdo clama dolores por la perla plateada que ha perdido -río, ho río- dice -has lavado mis gotas de sudor, mas con él te has llevado lo que me pertenece- y finaliza -y no sólo a mí me has quitado un hijo sino también a mi hermano le has quitado una hija, solemne, el hombre que ahora se encuentra postrado ante ti- eterno será su bagaje hasta que su mujer lo llame para estar juntos una vez más. Sabes que desde el comienzo de tus días no eras más que caos y desolación, también recuerdas que con tu hermano, el viento, has destrozado demonios marinos, pero te miro y algo se te ha escapado, de a poco recuerdas menos, como un anciano sabio, los primeros en pisar las tierras que entrañas, observaron tu sublimidad, lloraron ante tanta majestuosidad, a la que llamaron Imperio, Japón.