Costa Azul

De repente, el pequeño hombre volvió sus fríos ojos sobre la bella jovencita, la miró con descaro y dirigiéndose al muchacho que la acompañaba le dijo: “Amigo, con una hembrita como ésta no estaría paseando a éstas sino”...
El joven esbozó una sonrisa irónica al sujeto y le contestó sin perturbarse: “Ya veo que a usted le falta una mujer, porque para semejante comentario hay que ser tarado y ordinario”.
El pequeño bicho no se dio por ofendido, más bien sacó de su boca una lengua morada y puntiaguda y la removió obscenamente en señal de provocación.
Los muchachos, sin prestarle atención, continuaron caminando cuesta abajo hacia la playa y la hilera de carpas que albergaban a cientos de jóvenes nudistas venidos de toda Francia.

París 2001