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(Crónica)

“Bogotá permanecía encerrada en su corralito histórico, lleno de iglesias, bibliotecas y cantinas.
....sus calles eran camellones polvorientos por el que avanzaban los (Ford Tres Patadas) que partían en un largo viaje hacia Tunja”.
(José Salgár)
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No existían bolardos estorbando el paso, sus calles eran frías. El cielo gris de espesas nubes cubría el cerro de Monserrate, dando la sensación de estar dentro de una canica de un azul de Prusia. Era una mañana de un frío glacial donde las exhalaciones se volvían escarchas.
En el histórico Chapinero el cual debe su nombre a un español gaditano de nombre Sebastián Rodríguez, quien ejercía el oficio de zapatero y fabricaba los llamados Chapines. Fue tanta la fama, que el sector adoptó el nombre de Chapinero. Sus calles atestadas de toda clase de negocios y remolinos de gente ofreciendo sus mercancías, gamines y pordioseros pidiendo una moneda o un pedazo de pan, choros acechando al distraído turista o al simple comprador para asestarle el zarpazo. Calle arriba, la policía levantaba a bolillo limpio a uno de ellos que le había quitado el reloj a un turista gringo que visitaba el lugar.
Su arquitectura al estilo inglés. Eran casas con chimeneas y tejados diseñados para el crudo invierno. A lado y lado de la carrera 13 se veían quintas afrancesadas, réplicas que los cachacos de la época traían de Versalles.
El ruido de los megáfonos, los parlantes de los comerciantes y vendedores ambulantes invitando a los que pasaban por el lugar a comprar sus mercancías, el humo de los buses y busetas hacían más espeso el ambiente, con un aire que pesa en los pulmones, haciendo maligno el respirar.
El parque de Lourdes, con su catedral gótica importada de Francia en los siglos XVIII y XIX por los españoles que adaptaron el estilo y le dieron una versión propia donde se mezclan también con lo mudéjar. La catedral se levanta imponente con su forma ojival, un verdadero desafío a las leyes de la gravedad, donde sus cúpulas sobrias, permanecen a merced de las bandadas de palomas, que habitan en sus campanarios adornando con pinceladas de mierda su hermosa fachada, que observa desde lo alto a malabaristas y payasos vendiendo piruetas a los presentes que se detienen fascinados por sus vestidos llenos de remiendos y zapatos prestados que hacen llorar de la risa.
Después de cada función, con palabras chillonas de circo pobre, recogen de los mirones y transeúntes, en sus sombreros raídos por el uso, cualquier moneda para sobrevivir. Porque la sonrisa en estos tiempos es prestada y desaparece cuando el ocaso arrastra la alegría entre el inicio de la tarde y las noches bogotanas. Ya las noches son menos alegres y el frío se mete en cada intersticio de la piel calando hasta los huesos, el ruido abandona las calles y el silencio tras las sombras de la oscuridad sube el telón de los noctámbulos.
Las luces de neón de los avisos comerciales iluminan las lentejuelas de las minifaldas de los travestís y prostitutas que entre esquina y esquina se pasean por las aceras con movimientos de pasarela, mostrando y ofreciendo sus cuerpos al mejor postor. Un automóvil hace chirrear sus llantas al frenar, el conductor llama a una prostituta y hablan un rato, luego se sube al auto, el conductor ebrio pisa el acelerador para luego perderse en la distancia de la fría noche capitalina. Los serenateros con sus guitarras desafinadas, esperan al enamorado furtivo entonando las canciones de siempre.
Con la madrugada van apareciendo los vendedores y voceadores de la prensa capitalina, vendedores de agua aromática, tintos, cigarrillos, recolectores de basura, y recicladores. Pasa un borracho cantando y dando vivas al Partido Comunista; otra vez el ruido, el ajetreo de los comerciantes y vendedores ambulantes, comienza un día mas en Chapinero.
Calle arriba llegando a la carrera 7° vía al Parque Nacional Olaya Herrera, es principio de diciembre y el tiempo es seco, con vientos fuertes que le levantan el vestido a una desprevenida jovencita que corre asustada evitando el remolino que la sigue calle abajo.
El día es claro, de un azul acuarela pincelada, la tranquilidad del parque invita a recorrerlo y admirarlo, en el ambiente hay un aroma a pino fresco, el reloj de la plazoleta marca las 7:00 a.m., el sol empieza a recostar al suelo los árboles y sus ramas se acarician con el vaivén de sus hojas. El rumor del chorro de agua que baja de los cerros orientales es suave y se confunde con el canto de los copetones que picotean el césped buscando qué comer. La Circunvalar atropella el cerro y pasa bordeando el Parque Nacional buscando la historia enclavada en las faldas de la montaña.
La estatua del beso desnudo, emerge del monumento en medio de cuatro columnas dóricas, con su mirada inerte puesta al firmamento clamando pasión, escoltada por un arco de piedra mármol donde el congreso de 1930 le rindió homenaje a Rafael Uribe Uribe “El apóstol paladín mártir”. La fuente de agua burbujeante con sus cinco chorros que cambian de rumbo por la fuerza del viento que empapan bruscamente los rostros de quienes caminan por el lugar. Al costado sur del parque como testigo mudo viejas casas de estilo inglés, restauradas casi todas, rodeadas de edificios modernos. En la bifurcación de las carreras 7ª y 10ª con la calle 28, se divisa el Museo Nacional, con toda su historia entre piedras amuralladas, el antiguo Panóptico construido como cárcel en el siglo XIX. Más hacia el sur, a 50 metros sobre la falda del cerro la Plaza de Toros de Santamaría, monumento de estocadas, luces y ole.
En el centro de la ciudad está ubicado el barrio de estirpe popular. La Perseverancia asiento por muchos años de bohemios, poetas y pintores. Sus calles empinadas y casas en estilos rústico y español dieron forma a los primeros asentamientos de la vieja Santafé de Bogotá.
Uno de los patrimonios históricos de la ciudad es La Candelaria, barrio de grandes recuerdos enmarcados en la lontananza de la vida nacional, la cual fue cuna de ilustres personajes como José María Vargas Vila, Rafael Pombo y José Asunción Silva. Es también el centro político y cultural de Colombia porque alberga grandes instituciones como el Palacio de Nariño, el Teatro Colón, el antiguo Observatorio Astronómico, el Palacio de Justicia y la Catedral Primada, por excelencia es el lugar que conserva grandes rasgos de la Colonia donde sus antiguas calles se conmemoran con nombres como: Calle del Guayabo, Calle Real, Calle de la Tristeza, Calle del Perezoso, etc.
Entre las carreras 14 y 20 con la calle 6 y avenida Jiménez se encuentra el más fiel testigo entre sus calles adoquinadas de historias, el Parque de Los Mártires con recuerdos que duelen tan solo con evocarlos, debe su nombre a quienes lucharon por nuestra independencia, nuestra libertad y convicción: Policarpa Salavarrieta, Camilo Torres, Antonia Santos, Mercedes Abrego y Antonio José de Caldas, donde sus habitantes dicen que por las noches aún se escuchan gritos de libertad, pasos de tristezas y silencios de independencia. A la memoria de todos ellos, en medio del parque se erigió un obelisco apuntando al infinito donde se lee “Es dulce y decoroso morir por la patria”.

En la Plaza de Bolívar se celebraba el aniversario de la ciudad, con jolgorio y comparsas, la luz del infortunio guiaba a los bufones con caretas de malandrín que entre piruetas y cantos llamaban la atención de los presentes, cerrando la fila un grupo de mimos y arlequines vestidos con los colores de la tristeza, emulando con armas de mentira la violencia. Más atrás apareció un corcel con collares dorados y a paso lento cargando una carroza fúnebre, rodeado de coronas y cintas moradas, mientras le seguían filas de mujeres vestidas de luto con el rostro cubierto con un velo del mismo color elevando plegarias; al paso de aquel desfile triste las trompetas entonaban el último adiós con el melancólico llanto de la despedida, alguien se detuvo a preguntar quién era el infeliz y alguien le contestó: ¡lo mataron porque nos hacía morir de la risa!

¡Entonces sucedió! Apareció en la inmensidad una luna preñada de alegría que reflejó en toda la plaza su sombra llena de tristeza.

(Homenaje a Jaime Garzón)

Texto agregado el 29-08-2006, y leído por 205 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
30-08-2006 Disculpa queria pedirte algo más, tu opinión sobre una frase que he escrito es muy cortita, pero me gustaria que opinaras sobre ella, gracias, el texto se llama "GIRNALDA" rosaroja
30-08-2006 Gracias por dejarme tus comentarios en mi escrito, creo que intuistes lo que era "Un sacrificio humano de los tantos que se han hecho a lo largo de nuestra Historia" Te invito a leer "EL CHISME Y SU CONTRIBUCIÓN EN NUSTRA SOCIEDAD", de verdad que espero y deseo que te guste y perdones mi fallas que son muchas, los sere humanos todos tenemos muchos fallos ya lo sabes, y yo la primera rosaroja
29-08-2006 Mi admiracion ante tan bello escrito. Como siempre, nos adentras en tus paisajes y personajes. ***** Aytana
29-08-2006 Un paseo de lujo con el mejor Guía. Me encantó y gracias nuevamente por prestar tus ojos y tu ingenio. El final es hermoso y triste. Besos y estrellas. Magda gmmagdalena
29-08-2006 En mi bloque Viajes imaginarios,escribi muchos viajes, sintiendo que el lugar que describia,lo visitabamos en ese momento con los oyentes. / Este magistral relato me puso en espectadora a mi de una Tierra bellisima, profunda y generosa (sólo se logra escribir asi, cuando se escribe con las entrañas) y tú OSGOROISTO ,lo has logrado.***** monica-escritora-erootica
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