La luna ejerce extrañas influencias en los kaltrupianos, esos pequeños seres imberbes y temerosos que apenas osan tocarse en tiempo normal. Una vez al mes su líbido se despierta y perdiendo todo pudor, se acoplan a la luz del plenilunio.

Otro momento especial se produce durante los solsticios de invierno y verano, ocasión en que, llevados por por un impulso festivo, celebran las bodas de la comunidad.

Como a nadie le gusta destacarse frente a los demás, - su timidez se los impide -, deben esperar las condiciones propicias de una conjunción de un solsticio en luna llena, que despierta el ardor y la valentía en los Kaltrupianos de sexo masculino que se enfrentan en heroicas competencias durante la noche. Así eligen un nuevo rey.

Al día siguiente, el antiguo rey suspira aliviado de poder dejar ese cargo tan prestigioso y el nuevo, resignado, se prepara a ejercer su nueva función.