Como una bobina di vueltas
mil veces por segundo ante mi cuerpo
la música estridente colmó mi sentir
y me sumergí poco a poco en su ritmo
con cada "bum" del bombo
arriba y abajo los cuerpos se mecían
y la rítmica violencia de la música
los excitaba a no detenerse nunca
...las copas de más
el humo de uno que otro cigarro
de algo que no era tabaco
con un par de pastillas raras
hechas para sentirse despiertos

Y el circuito seguía funcionando
Salí de sus resistencias
Pasando por entre los cables
Y el estaño caliente de las soldaduras
Quemaba mis pies ansiosos
de tecnología de punta
entre colores verde, dorado
y microchips inteligentes
Vestido en mis ropas plateadas
Reflejando las luces de algún led parpadeante
Indicando que la música aquella
Inundaba mi espacio incierto

Pero ya no podía salir
Lo demás ya había muerto
Aquello que un tal caballero
contase en sus historias
de ángeles, dragones,
castillos y verdes bosques
ni hablar de los ríos y praderas
de pantanos y ciénagas
de desiertos y alamedas
ni un vestigio de paisaje
de aquello que los libros viejos
solían llamar “lo natural”

y ahora a que planeta debo viajar
me he quedado sin espacio
y la vida parece acabar
pues los árboles son leyenda
tal como lo fue un día
la existencia de una humanidad libre
hasta parece que los androides están felices
me voy de acá
no quiero seguir escuchando
esta música pestilente
fruto del progreso
y de un monetario ciego esfuerzo.


Por El Caballero de la Orden de los Sueños

Soundtrack, Koyaanisqatsi, Philip Glass, "the prophecy"