Niña, si vives entre víboras, corres el riesgo que te emponzoñen. Cuídate de no transitar por sus nidos, fascínalas con tus ojos de mirada limpia, evita sus reptantes actitudes, aléjate, pero, por sobre todas las cosas, ten piedad de ellas, no las pisotees ni las extermines, pues son necesarias para el equilibrio de las especies.
Nunca una víbora arrastrará su vientre gélido
para acudir a pagar alguna manda,
nunca, sierpe alguna te dará una mano
y no te abrazará sino es para triturar tus huesos,
ninguna de ellas abrirá su boca si no es
para mostrar su negra y bífida lengua.
Ninguna bicha acudirá en vano
para arrastrar con ella todos los males,
algunos evitarán pronunciar su nombre
y todos temerán palpar su piel de hielo.
Niña, si vives entre víboras, aprenderás a comprenderlas porque después de todo, también son criaturas de Dios...
|