Mañana mi boca de hoy no sabra qué decir
ni a quién alterar o halagar,
pues en el tiempo en que hoy
transcurre la palabra que hagalana
su labio sólo existe incertidumbre y confusión,
sólo parece querer aparecer la inmensidad
del silencio inútil.
Miles de versos,
huracanes y volcanes de frases bellas,
selvas y mares de palabras locas ,
cielos y tierra de tinta perdidas
en papeles que antes eran puros.
Todos son apenas una búsqueda
para rellenar el vacío por el que ni siquiera
brota una lágrima de dicha,
un intento por apaciguar la masacre
de la desesperación contra la felicidad,
contra la libertad,
contra el sentido.
La voz que siento en mí,
que recorre mi mundo
con música,
consejos, reproches y deseos,
a veces parece de niño,
a veces parece de hombre,
a veces parece de viejo.
A la hora del amor no distingo tonos ´
pues todo me suena a flores de pétalos incinerados
en el alba por el viento,
el mismo por el que transcurren
mis conversaciones de día,
de noche,
de nunca.
Reclamos que vienen vestidos
de sutileza infame,
halagos que traen el ramo
sin aroma ni color,
¡poesía oh poesía!
No te atravieza el hombre
con la punta de su corazón
para no matarte de vacío,
para no enseñarte que la mano
que te esculpe siempre
ha estado llena de rencor,
de odio,
de amor,
de vida,
de silencio.
La voz, tu voz, ¿la ves?
En luna llena que es el tarro-mundo
en el que habito,
te enseñaré,
que tus palabras no son el anillo
de tu mente con el mundo,
apenas son el camino que te encarga
una humanidad entera para que andes,
de ti depende ser errabundo,
perdido,
nómada,
andarín,
poeta.
La voz, tu voz, ¿la ves?
Bendice a tu boca por ser la puerta
que expulsa tu belleza y recibe la carne.
Perdonala por ser quien libera la opresión
que te dijeron,
que te mostraron,
que te pintaron.
A la final,
el mudo es esclavo
de lo que jamás podra decir
y amante
de lo que siempre quiso callar.
El hablante es un ala
que ceza el vuelo
en el universo
de la palabra,
los libros son las estaciones
de su procreación,
la voz,
es el camino
por el que deja el aroma
de su libérrimo aletear,
que a la vez,
es la misma emoción
inefable que vive
el cazador de sueños,
de imagenes,
de fuerzas, de odas.
La voz, tu voz, ¿la ves?
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