Tus manos y muslos constantes son
el mejor recuerdo del día en que te conocí,
ambiente cálido en confrontación
con lo prohibido. No parecías, precisamente,
un extraño.
Una vez más,
no puedo dejar de tentar los nervios de un torpe marido infiel.
Estoy en clara desventaja, de eso no hay duda.
Sin embargo, aquí estoy dispuesta a ocupar el lugar
que mi madre descuida noche a noche;
la niña tras las reglas, deja de ser tal.
Estoy pensando en el momento de mi concepción,
en mi temeroso vientre invadido; pretendo imaginar
tu experimentada silueta, repitiendo la coreografía
que me acompañó en las sábanas por primera vez.
Me esfuerzo, en fin, por separar de mi mente
aquellos malditos recuerdos complacientes,
cualquier límite es difuso, culpa o placer,
no reconozco diferencias.
Comienza a seguir nuevamente mis caricias, reconoce mis senos en forma suave y delicada;
no abandones, papá, la esperanza de encontrar en mí la versión fértil de la mujer que te atrapó joven. Ve con mamá, después de abandonar mis piernas, yo estaré aquí nuevamente cuando regreses; necesito conversar contigo, hay algo que complicará aún más las cosas: Un bebé compartirá tu sangre, será mío. Continúa así la reacción en cadena.-
bERoiZA
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