Temor en los distraídos ojos era lo único que se veía alrededor, cuando todos descubrieron aquel hombre en lo más alto de la torre, sus pies en el espacio más pequeño dispuestos a volar y sus manos abiertas en señal de santidad e irreverencia, solo unos ojos lo pudieron distinguir.

Su historia como la de todos comenzó en un acto de amor salvaje, igual que todos también lloró, rió, sufrió y amó; amó tal vez más de lo que la mente y la gente pudieran comprender, quizás por ello, por haber descubierto lagrimas en los ojos de su amante decidió emprender su vuelo.