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Inicio / Cuenteros Locales / Rouge_Butterfly2911 / 2 de Mayo en Roma - capítulo 2

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Capítulo 2: El ataque

Luciano colgó el teléfono con ciertas dudas de si la llamada de María no era otra de sus paranoias. Desde la muerte de su hermana Rosario, mujer de Luciano, no se comportaba de un modo normal, como cuando llamaba en plena noche diciendo que la querían asesinar por ser la culpable de la muerte de su hermana: ¡¡¡chifladuras!!!

Luciano pensó que sería mejor ir a verla, así que cogió del armario su gabardina beige, su preferida en primavera, se la colocó sobre sus huesudos hombros y echó a andar hasta la puerta de su casa seguido por una bandada de guardaespaldas vestidos de negro.

Pasada una hora y veinte minutos de la llamada de María, Luciano se disponía a tocar el timbre de la casa. Hoy, había tardado más en llegar, ¡¡los japoneses eran una plaga!!...tenían tomadas las calles de Roma, haciendo fotos a todo bicho viviente que se movía...incluso a las palomas. Llegar tarde no era algo que le gustase mucho a Luciano.

< Diiinnng, Doooonnng > - sonó el timbre de la puerta, seguidos de unos pasos apresurados pero muy ligeros - < ¿¿Sí?? > - preguntó una débil voz al otro lado de la puerta- < Soy Luciano, abre María > - sonó un crujido de bisagras al tiempo que se abría la puerta y daba a descubrir a una mujer espectacular.
Como era de costumbre Luciano se quedaba unos instantes contemplándola...¡es tan parecida a Rosario! - se decía -. Su piel era suave, su pelo era como el azabache recién pulido, sus ojos de un azul porcelana, tan profundos como el mar pero tan peligros como este, todo esto junto a su porte hacían de ella una mujer hermosa.

- ¡¡Luciano!! Buenos días, pasa por favor – dijo María con una enorme sonrisa.
- Gracias María – dijo mientras se disponía a atravesar el umbral de la casa – por cierto... Gian quédate aquí fuera con los chicos.
- Sí, Don Luciano, aquí estaremos.

Gian era uno de los hombres más fieles que había tenido en años, era con un hijo para él, por eso cada día confiaba en él su vida y la de los le rodeaban.

María le hizo pasar a través del largo corredor que conducía a una salita muy bien acomodada y como siempre decorada con las mejores exquisiteces de Roma y demás ciudades imaginables. Después de los rutinarios protocolos de cortesía, Luciano estaba deseando que María le contase que era tan importante. María se dispuso a hablar:

- Bueno, te estarás preguntando por qué te he hecho venir – dijo María mientras Luciano daba claras muestras de su inquietud frotándose continuadamente las manos con frenesí -. Luciano, tengo un mal presentimiento...creo que corres un serio peligro.
- María...- Luciano empezaba a creer que era otra de sus “neuras” – no te preocupes, estoy muy bien protegido por mis chicos, es imposible que alguien se atreva a ...
- Hazme caso – le interrumpió - sé que te han incriminado en la muerte del matón ese que ha salido en las noticias.
- Como sabes tu...
- No soy tonta Luciano, tengo mis fuentes, me han dicho que han puesto precio a tu cabeza y a la de los tuyos...y además Luigi me llamó hace unos minutos y me contó lo de la rosa. No es conveniente que te quedes en la ciudad, incluso yo he mandado a mis hijas fuera.
- Yo he hecho lo mismo con tus sobrinos, ahora mismo Luigi está con tu hermano. Ya hablaré yo con Luigi más tarde, no te preocupes por nada – dijo mientras su sombra entraba en la habitación – ¿Qué pasa Gian?.
- Don Luciano, acaba de llamar Enzo, dice que viene hacia aquí.
- ¿Qué...?, ¿Cómo que Vincenzo viene hacia aquí? – Luciano se quedó desencajado y María pálida como la pared por que sabía que si Luciano reaccionaba así no iba a ser bueno lo que iba a pasar a continuación.
- Sí, Don Luciano le trae Alessandro...a Enzo le han disparado.
- Dios mío...- dijo Luciano llevándose las manos a la cabeza – llama a Carlo dile que se traiga todo el material, sin preguntas.

Luciano no se lo podía creer: < ¿Cómo han podido encontrar a Vincenzo? >. En ese mismo instante se dio cuenta que María se había desmayado y su taza de café se había derramado por la preciosa alfombra de la sala. Mientras intentaba reanimarla les daba instrucciones a sus matones para que avisasen a todos los miembros de la familia de que tuviesen cuidado y de que averiguasen todo lo que pasaba en esa condenada ciudad. Pasados unos minutos interminables se oyeron pasos y voces que daban instrucciones. De repente irrumpieron en la habitación un hombre muy agitado con Enzo inconsciente colgando de él y varios hombres.

- ¡¡Aprisa, se está desangrando!! – dijo Alessandro mientras miraba donde poder dejar al muchacho.
- Allí Alessandro, en la habitación de la derecha. María trae paños – Luciano, que estaba al borde de un ataque de nervios muy bien disimulado, se giro en redondo y dijo - ¡¿Dónde está Carlo?!

En ese mismo instante apareció un hombre menudo por la puerta cargado con un maletín de cuero negro y pequeño, y dijo:

- Disculpa la tardanza Don Luciano, ¿dónde está? – dijo Carlo con una calma extrema.
- Pasa a la derecha Carlo – dijo Luciano.
- María tu me ayudarás, no quiero que nadie nos moleste. No se preocupe – dijo Carlo mirando a Luciano – está en buenas manos.

Luciano no se podía explicar lo sucedido, cuando Alessandro salió de la habitación, aunque estaba muy agitado, Luciano empezó un interrogatorio exhaustivo al guardaespaldas de su hijo sobre lo sucedido, quería saber todo.

- Alessandro, ¿qué ha pasado? – inquirió Luciano.
- Estábamos saliendo de la casa para dirigirnos hacia la casa de su tía como nos dijo, fue entonces cuando un coche se acercó, bajó la ventanilla y un hombre empezó a dispararnos.
- ¿Le reconociste?, ¿sabes quién es?
- No le vi la cara, todo ocurrió muy rápido, no me dio tiempo a cubrir a Enzo de inmediato – dijo Alexandro con un tono de frustración en su voz.
- No ha sido tu culpa – dijo Luciano conteniendo la ganas de destrozar algo – se que hiciste lo que podías Alessandro.
- Don Luciano... – dijo Alessandro con voz temblorosa.
- ¿Mmm? – rumio Luciano.
- Pier... intentó proteger a Enzo antes que yo.
- ¿Pier...? – abrió tanto la boca que casi se le desencajó la mandíbula - ¿Cómo que Pier “ha intentado” protegerle?
- Le dispararon por proteger a su hermano...murió en mis brazos.

Las palabras tuvieron tanta contundencia que a Luciano se le nublaron los ojos y lo único que oía era: “...murió en mis brazos...murió en mis...MURIӔ. No era posible, el mundo de Luciano se vino abajo. < ¡¡Es imposible!! > se dijo para si, < mi hijo no puede estar muerto >, < debe de ser un error >. Alessandro le saco de la nube en que el shock le había sumido:

- Don Luciano, no pudimos hacer nada por él, mandé a mis hombres que lo llevasen a un lugar seguro...lo siento mucho, se que Pier quería mucho a Enzo, por eso le protegió.
- Sí...vale – balbuceó Luciano sin todavía poder creérselo.

De repente, Luciano salió como un rayo de la sala, llevado por la ira y por la sed de venganza, y ladró a sus secuaces.

- Quiero la cabeza en mi mesa del que mató a mi hijo Pier e hirió a Enzo, cueste lo que cueste quiero saber quien ha osado atacarme, y atacar a la familia con ello. Lo pagará muy caro.

Se oyeron muchos asentimientos por parte de los muchachos y enseguida corrieron en busca de información, pruebas e incluso si había suerte, al culpable.

- Gian, llama a Marcello y asegúrate de que Luigi y su familia están bien. No le digas lo de Pier y Enzo, ya se lo diré yo, no quiero tener otro hijo muerto por culpa de los arranques de Luigi.
- Sí, Don Luciano en seguida.

Por un momento la barba de Luciano parecía estar salpicada de más canas que de costumbre. Su mundo se había desmoronado, tenía que mantener la compostura, no podía mostrar ninguna debilidad ante sus hombres, pero una cosa tenía clara...esto no iba a quedar así.


CONTINUARÁ



Texto agregado el 27-08-2006, y leído por 140 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-08-2006 bien bien... aguardo la continuación.. hasta aqui me gusta... Un abrazo, parakultural
27-08-2006 Estupendo capítulo, estoy deseando leer el tercero....Enhorabuena Alejandro_1007
 
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