El corazon se levanto temprano, desayuno galletas con chocolate y bastante recuperado de la pesadilla nocturna, salio a dar un paseo.
La mañana estaba algo fresca, pero diafana, con esa luz especial que deja translucir las cosas y entreverse lo que de caduco traen las horas. Dejando solo al descubierto lo duradero del tiempo, lo que la memoria atrapa para guardar en su cofre de recuerdos. A cada paso,- sorprendido-, el corazon dejaba su mirada escapar por encima de las ramas de los arboles: los pinos, los tilos, las acacias y todo un sin fin de matas y matorrales lijados por el invierno. Mas que libre, aliviado, en el aire, el corazon se columpiaba, para avanzar con el impulso de esta manera la marcha.
Era tan limpio el dia, que parecia que, mas que la luz, era el viento el que clareaba la mañana. Y se puso a componer palabras que la brisa se llevaba, revolviendolas entre las ramas y estrellandolas contra las piedras, para acompañar asi con musica su caminata.
Y es que, este corazon, mas que caminar, peregrinaba. Y en su cruzada siempre entonaba una coplilla aprendida, que un dia, el rumor del rio le trajo hasta su ventana:
“Dicen que no nos queremos
porque no nos ven hablar
a tu corazon y al mio
se lo pueden preguntar”.
Y desde la otra orilla, otro corazon cantaba devolviendole su eco:
A tu corazon y al mio
se lo pueden preguntar.
Dicen que no nos queremos
porque no nos ven hablar!!.
|