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Inicio / Cuenteros Locales / violinyalma / OFICINA 56

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Era el primer lunes en la oficina nueva en el sector oriente de la capital. Mucho más lujosa que la anterior, aunque chiquita. Tenía una recepción, en la que estaba yo, mi jefe en el privado de al lado, una pequeña salita de reuniones que tenía un amplio ventanal con un vidrio corrugado que apenas dejaba distinguir las siluetas y frente a la recepción un baño y cocina muy, muy pequeños.
Me quede sola en la oficina, como era muy frecuente. Mi jefe aparecía solo por momentos y cuando tenía alguna reunión.
Una vez al mes nos visitaba el contador para dejar las imposiciones a pagar y preparar el IVA.
Me puse a ordenar tanto desorden, típico de un cambio de dirección, cuando de pronto sonó la central telefónica indicando que me llamaban de la oficina de mi jefe.
Me sorprendí. Pensé que había llegado en algún momento en el que fui a prepararme un té o talvez cuando fui al baño, pero lo habría escuchado entrar, la puerta estaba justo al lado de la cocina y baño. Apreté el botón rojo para contestar el llamado, pero nadie habló, el teléfono quedo mudo. Me paré rápido y entré en el privado sin golpear la puerta, como queriendo sorprender a alguien que me estaba jugando una broma, pero no encontré a nadie.
Terminé mi jornada a la hora acostumbrada, típica hora de oficina seis de la tarde, al bajar del ascensor miré con una gran sonrisa al conserje para despedirme, pero éste evitó mi mirada y se escabulló por las escaleras como queriendo evitarme. Me irritó tanta hostilidad, sobre todo porque éramos nuevos en el edificio, esperaba un poco más de amabilidad.
Al día siguiente, al pararme en la puerta y buscar mis llaves para abrir, escuche que sonaba el teléfono, me apresuré a abrir la puerta y cuando entré, noté que no era una llamada externa, sino que nuevamente se había activado sola la central, esta vez sonaban los tres anexos al unísono, debí entrar al privado y sala de reuniones a desconectar los teléfonos.
Supusimos, algo le había pasado a la central durante el cambio, así es que llamamos a un técnico que la revisara, pero la encontraron en perfecto estado.
Durante la tarde, llamó mi jefe para que alistara la sala de reuniones porque vendría el gerente de una importante empresa, al entrar con las carpetas sentí un frío escalofriante, sentí erizarse mi piel, estaba encendido el aire acondicionado. El frío era espantoso, intenté calefaccionar la oficina pero no estaría lista. Talvez mi jefe estuvo temprano y lo encendió, como es de distraído seguramente se fue sin apagarlo, lo extraño era que en pleno julio hace demasiado frío como para encender el aire acondicionado.
Estaban los gerentes en plena reunión cuando empezó a sonar la central de nuevo, como si me llamaran de la sala de reuniones. Cuando interrumpí la reunión todos voltearon a mirarme y no entendían nada cuando pregunte para que me llamaban. Se había conectado sola nuevamente la central.

.-Bueno, ya que está aquí tráiganos por favor tres cafés.-

Puse el hervidor eléctrico mientras preparaba las tasas y no encontraba por ninguna parte el café.
Tengo un orden que conozco muy bien y en especial en la cocina, nadie entra ahí y menos a preparar café.
Era muy extraño que el café estuviera en un lugar al que no tengo acceso porque mi altura no me lo permite, debí traer una silla para subirme y sacarlo de arriba de aquel mueble.
Al tercer día, después de la hora de almuerzo, tipo tres de la tarde, sentí un desagradable olor a cigarrillo.
En la oficina no se puede fumar porque no hay ventilación y después de la nueva “Ley de tabaco”, está prohibido hacerlo en lugares públicos cerrados, lo que ha vuelto muy común ver a los oficinistas después de la hora de almuerzo fumando y haciendo sociales abajo, en las puertas de los edificios.
Pero ya era tercer día que sentía ese olor a cigarrillo, supuse que algún fumador apurado no tenía tiempo de bajar y prefería fumar en las escaleras y como nuestra oficina estaba al lado de éstas, era obvio que el humo se infiltrara por la puerta.
De pronto mi jefe sale de su privado un poco molesto a llamarme la atención por estar fumando en la recepción.

.-Don Hans, si usted sabe que yo no fumo!!!

Abrimos la puerta para encarar al inconsciente fumador, pero no había nadie.
Al llegar al otro día encontré las luces encendidas y cuando llegó mi jefe me tome la libertad de llamarle la atención por su descuido ya que después las cuentas de electricidad salen muy altas, pero insistió en no haberse aparecido por la oficina la tarde anterior por lo que supuestamente era yo quién había dejado las luces encendidas.

.-Va a tener que estar más atenta Juanita, no es el primer descuido ya.-
¿Qué le pasa? ¿No estará enamorada que anda con la cabeza en cualquier parte?

No estaba enamorada, ni enferma, ni estresada, ni nada parecido, estaba completamente segura de haber dejado todo cerrado, con llave y apagado, pero para que discutir, él siempre anda tan apurado, todo lo quiere para ayer, cuando trate de explicarle que yo no fui, él ya estaba entrando a su privado.
Esa tarde debimos comprar una central nueva, porque el vecino de la oficina de al lado nos vino a reclamar por que la noche anterior sé tubo que quedar trabajando hasta tarde y nuestra central no paraba de sonar.
Al retirarse todos y quedar el lugar en silencio, cualquier ruido es más notorio, pero nosotros sabíamos de la falla en la central, aunque dos técnicos de distintas empresa habían dicho no encontrar nada malo.
Cambiamos la central telefónica, pero ésta nueva, se seguía activando sola.
El día jueves, cuarto día en la oficina nueva, debí quedarme hasta más tarde para terminar de tipiar un montón de contratos.
No cobraría horas extras y me quedaría con agrado como siempre, don Hans ha sido muy considerado con los permisos sin nunca descontarme las horas de ausencia, cuando me ha visto enferma de gripes o jaquecas, él me envía a mi casa y me da la tarde libre, en los días de invierno, cuando llueve muchos días y la cuidad colapsa, él me deja ir temprano, después de almuerzo, algunas veces me he quedado hasta más tarde y él ni siquiera se ha enterado.
Pero esa tarde no sentía agrado al quedarme, talvez porque estaba oscureciendo y las cosas raras que habían pasado no eran casuales.
El silencio era ensordecedor, solo era interrumpido por el tecleo y el mouse, mis ojos miraban atentos la pantalla del computador.
Quería terminar rápido para irme a casa cuando de pronto sonó la central telefónica haciéndome saltar del susto. Se había prendido el anexo de la sala de reuniones, me paré para ir a desconectar el anexo y al voltear hacia la oficina vi pasar una sombra a través del ventanal que dividía la sala de reuniones de la recepción.
No había luz en esa oficina, no podía haber nadie ahí, talvez fue mi propio reflejo, pero no quise investigar, ni siquiera terminé de tipiar los contratos, el miedo se apoderó de mí, desconecté el teléfono desde la recepción tirando los cables, tomé mi cartera y salí rápidamente.
Al otro día, viernes, ya casi era mi hora de entrada, nueve de la mañana, y no me atrevía a abrir la puerta, pero debía hacerlo.
Al introducir la llave noté que no estaba cerrada la puerta.
Talvez como me fui corriendo y asustada olvide echar llave, o mi jefe vino en la tarde como tantas veces lo ha hecho y se quedo hasta muy tarde y olvidó cerrar.
Al entrar miré de inmediato hacia la sala de reuniones y vi la silueta claramente. Esta vez no la vi pasar, estaba ahí, era de un varón, estaba sentado, quieto. Era demasiado real para ser un fantasma como lo había supuesto tantas veces.
Caminé lentamente hacia él.

.-Don Hans!!! ¿Es usted?

No me contestó.
Abrí la puerta lentamente, el rechinar me dio escalofríos. Mi curiosidad era extrema y mayor que mi miedo.
Al mirar hacia él, era mi jefe, don Hans. Al fin respiré con tranquilidad.

.-Haaaaa, era usted.¿Y porque no me contestó?

No decía nada, estaba inmóvil, se veía raro, sus ojos estaban fijos en la silla de enfrente, como mirando algo, pero no había nada frente a él.

.-Don Hans! ¿Se siente bien?

Tenía los ojos rojos e hinchados, como si no hubiese pestañado hacía mucho rato, su boca levemente entreabierta, seguía mirando sin ver. Hasta que al fin reaccionó.

.-Juanita, arregle todo que hoy mismo nos cambiamos de oficina.

Me sorprendió mucho, pero me alegraba esa decisión, a pesar que todo me quedaba mucho más claro.
Era mi jefe el que todo el tiempo llegaba después de mi horario de trabajo y dejaba las luces encendidas, la puerta sin llave, prendido el aire acondicionado, escondido el café, etc.
Era obvio, si todo siempre tiene una lógica explicación, y yo asustada por fantasmas, jajaja, que ingenua, si esas cosas no existen!
Ese mismo día nos ocupamos del cambio.
Al subir las últimas cajas con mis cosas personales al auto, me fui a despedir del hostil conserje, y le di una de mis mejores sonrisas.

.-¿Usted estaba en la oficina cincuenta y seis verdad?

Y me contó la historia del empresario que nos antecedía en la oficina.

.-“Era un empresario exitoso y trabajólico, a menudo se quedaba hasta tarde horas de la noche en la oficina, llevaba años trabajando ahí y era muy conocido en el edificio.
Cierto día se escuchó un sonido estrepitoso, que provenía de la oficina cincuenta y seis, los dos conserjes que estaban en ese momento subieron a ver que pasaba. Pero nadie les abrió la puerta.
Debieron solicitar ayuda de bomberos y carabineros para forzar la puerta. Al entrar vieron al empresario sentado en la silla de la sala de reuniones, con el cráneo destrozado, una pistola en su mano derecha y los muros cubiertos de sangre.
Una mancha rojo oscuro cubría la alfombra a su alrededor”.

La amplia sonrisa que ofrecí al conserje desapareció de mi rostro.
Cuando subí al auto, mire hacia el quinto piso por última vez y busque la oficina cincuenta y seis con la vista.
Vi parado en la ventana con un cigarrillo en la boca a un empresario de cuello y corbata de mirada triste y perdida.

Texto agregado el 25-08-2006, y leído por 276 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
17-12-2006 Cuando las almas salen bruscamente del cuerpo que las cobija,permanecen desconcertadas y errantes por mucho tiempo, aunque se rian de mi, eso lo creo a pie juntillas.Mi primo Juan fallecio en un accidente motociclistico y por meses mi tia y sus hermanos lo escucharon dandose la ducha cuando volvia de su turno. Conmovedor.Te las dejo todas.Chau. pantera1
27-09-2006 Bastante bueno, sin embargo se podría haber reducido lo que hubiera redundado en mayor agilidad en la lectura. Sobreto eliminar tantas explicaciones o justificantes que no se deben dar, porque estás escribiendo un cuento, no un relato. Saludos marxtuein
29-08-2006 suspenso muy bien puesto, me gustó 5* HaditaVelHer
25-08-2006 Me atrapo hasta el final.... Aytana
25-08-2006 Muy bueno. Logra muy bien la sensación de suspenso. galadrielle
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