Entre la tierra y el infierno, prefiero al infierno. ¿Qué tanta diferencias podría haber entre el infierno y la tierra? ¿Cuantas penas más habrán en el infierno? ¿Cuanto dolor extra? Es que a veces la tierra se vuelve un infierno. El hombre está destruyendo su planeta y no le importa. ¿Y cuando me veo atrapada en mi propia irracionalidad? ¿Qué hay de eso? ¿Cuando los pecados capitales me superan, cuando no puedo contrarrestar el rencor o la soberbia, amándo a mi projimo? ¿Qué puedo hacer entonces? Si no tengo la paciencia que tuvo Cristo en la cruz? Cómo puedo sentirme mejor, si mi corazón yace destrozado... si cuando quiero llorar, no lo hago para no pasar a llevar la normalidad, para que el otro no se me acerque con cara de curiosidad. ¿Qué se puede hacer entonces cuando no se tiene el valor de cambiar de rumbo? Cuando n0 tengo el valor de gritar. Y cuando simple hecho de hablar me demanda un gran esfuerzo. Cuando quién me importa no me escucha. ¿Qué puedo hacer cuando padezco de afasia?
Prefiero el infierno entonces, prefiero al infierno y a todos sus demonios.