Conocí un niño de mentira, de los que se duermen en tu garganta y convierten la muerte en estadía. De los que cuando besan amamantan y avienen desnudos cenar con el día. De los que domestican principados, fabrican abrazos y tocan amorales las liras. Viven en pieles de colores, no se bañan nunca y se mudan en tranvías. En verdad, este era un niño de mentira, de esos que al ser elegidos se vuelven elegías. Parece que volaran… pero se arrastran por las mejillas
Texto agregado el 24-08-2006, y leído por 245 visitantes. (5 votos)