Certeza
Anduve con pies descalzos
por la tierra
-y hoy por fin-
como fruto maduro,
se presenta
el sentimiento.
A veces desesperé.
Busqué tu rostro
entre sabios y mundanos
sin reconocerte,
sin reconocerme;
o tal vez sí,
reconociéndonos
desde el vientre fecundo
de nuestras madres.
Nombrándonos exactos,
precisos,
aglomerados,
hechos de una sola pieza
milenaria como el mundo.
Anduve y por fin
el camino se detiene
en tus ojos
y poco importa
que tu alma
sea más joven
que la mía.
Y casi nada importa
que mi voz
no te toque,
si mi sentimiento
te alcanza,
y te rodea,
y te abraza,
y deposita
sus anhelos
en tu cuerpo
perfecto por humano.
Y te devoro
los ánimos
con audacia de pez,
y te deshojo
el tallo
entre mis dedos y mis sueños,
y te penetro
en la región insondable
en la que nadie
te ha tocado.
Y atravieso
la puerta de tu alma,
y me instalo,
y me quedo
latente/apaciguada
en tu templo
que es mi templo,
en la ordenanza,
en el respeto de los dos,
en el silencio que no se queja,
que se entiende
y se recompone
de nosotros dos.
Tú, Yo, Nosotros
que hemos ganado
la certeza
de haber sido electos
por el Universo
para poblar la Tierra.
Con devoción de santo
beso tus ásperas manos
que me hablan
de tu templanza
y de tu signo.
Te quiero, me quieres,
nos queremos,
y el mundo engrana,
y el cielo se colapsa
ante nosotros.
Y te beso y me besas,
te arropo y me arropas
y nuevamente te deshojo.
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