Temblando te abracé . Cerré los ojos y decidí dejarme llevar a pesar del miedo y la vergüenza. ¿Qué más podía pasar de lo que sabía que pasaría? Tu superación me consoloba pero también me hablaba de mi poca experiencia... si embargo mi piel te respondía, no se quedaba atrás, era más rápida que mi cerebro en las respuestas . En la cabeza reinaba el aturdimiento, los cuestionamientos, en el cuerpo la piel llevaba la batuta y erizándose como la de la gallina se dejaba recorrer provocando pequeños espasmos en las piernas que eran como saltitos cortitos y rítmicos que nunca antes había tenido. Todo lo mismo... pero ahora extremadamente novedoso: yo era la reina del momento, vos mi fiel vasallo... dispuesto a brindarte entero para mi goce. Esa era la novedad. Alguien, "un hombre", dispuesto a hacerme tocar el cielo con las manos. ¿Cuánto duraría? quizás solo este turno... no me alcanza el dinero para otro.