La joven anciana enterraba agujas en una pequeña almohadilla, las enterraba mientras cortaba los hilos de su tan largo tejido, tejido con lana y cosido con fuerza, solo eso, vueltas, vueltas, vueltas de su pequeña mano, ¿porque nunca estaba acabado?. Sus ojos ya cansados casi se dormían, necesitaba un respiro, pero esa era su vida, tomaba las agujas para seguir cosiendo, y al clavarlas de nuevo, alguien caía lejos, sus hilos enlazaba el alma de este mundo, sin saberlo, solo cosiendo un chal para su viejo. Y ella no paraba, no reía, no miraba nada más que sus recuerdos, sin saber que con su lana el destino estaba tejiendo, he ahí donde se queda, nunca se ha movido, que pena, sus manos podrían liberarnos en un instante, pero ella teje, cose y sin saberlo ama lo que hace. |