UNA OBRA MAS



No pude negarme a su obra.
Fui y soy su obra, y de el aprendí, y de el asimilé cosas que pocos han podido ver y sentir...palpar...tocar.
Dicen que la muerte es solo un sueño... y los que lo dicen mienten.
O lo que es peor que mentir...niegan lo que no conocen o comprenden
Comparado con lo que hay mas allá de la muerte, la vida es la muerte.
Pero yo no pude elegir...hubiese preferido quedarme allí, detrás del gran velo de lo desconocido para los mortales, pero...¿quién soy yo para negarme?.
Si el me mando a llamar...imposible rechazar esa voz, ese mandato, esa orden cargada de amor y ternura.
He pensado mil y una vez en lo que vi del otro lado, y las imágenes se arremolinan en mi mente como el polvo que el viento esparce por las laderas de mi tierra.
¿alguien se pregunto alguna vez lo que es estar en una tumba cerrada, con los ojos cubiertos con dos monedas, y el cuerpo frío y desnudo, con una mortaja perfumada en muerte?
Seguramente muchos...pero yo lo pase...yo bebí el amargo trago de la muerte después de agonizar días, con mi familia llorando a los pies de mi lecho.
Yo sude, llore y tirité, pensando en lo que me esperaba, si la salvación no llegaba a tiempo.
Y esa esperanza vino...y los míos la trajeron a mi tumba, ya que yo llevaba días en los brazos de la muerte.
Yo había muerto.
Pero quien gobierna sobre la muerte rasgo el velo de lo imposible y me llamo nuevamente a la vida.
¿qué otra cosa podríamos esperar de el?...el tiene el poder de dar o quitar...el...el...OH amigo y hermano...padre y salvador mío...¡cuánto te extrañamos¡.
Por eso...cuando te vi allí, en esa infame cruz, no te comprendí ni entendí.
Tu, que podías derrotar a la muerte con un solo pestañeo de tus ojos, tu que diste curaciones y bendiciones a quienes no merecíamos mas que compasión...te dejaste caer, te dejaste vilipendiar por nosotros, los simples mortales....
¿por qué?
Pero...¿quién soy yo para entenderte o juzgarte?
Fuimos y seremos amigos...y quien puede negarte el hecho de haberme transformado en tu obra.
Si, tu obra, porque hasta que tu me resucitaste, yo era Lázaro, el de Betania, pero luego, tras tu partida, fui y seré “el resucitado”, la demostración viviente de tu inmenso poder...tu poder sobre la muerte...el miedo supremo de los hombres.
Por eso, tus enemigos se ensañaron conmigo y con los míos, porque la única manera de pensar en desterrar tu obra de la tierra era acallarla...o destruirla.
Y tras mis pasos, siguiéndome sin detenerse, siento el galope constante de la muerte.
A veces me pregunto...¿tenia sentido resucitarme?, ¿pensaste que esto podía pasar?...ellos me siguen, y seguramente me encontraran...no puedo escapar por siempre de las garras de la muerte, pero yo se, quizás mejor que nadie, que no debo temer a la muerte...se que allí te encontrare y nuevamente estaremos juntos...o...quizás...no se....a veces pienso que me utilizaste...fui solo una muestra mas de tu inmenso poder.
Quizás fui eso...solo una obra mas.
Estoy loco si te pregunto...¿por qué me hiciste esto?