DESESPERADO


Recorrí los últimos metros que me separaban del tren y trate de acercarme a una de las ventanillas.
Las puertas ya se habían cerrado y el maldito buscaba ocultarse entre los sorprendidos pasajeros, que al verme asomar, con el rostro desencajado, buscaban el motivo de mi desesperación.
- quizás se trate de un ladrón- alcance a leer en los labios de una mujer-hay tantos dando vueltas por los trenes.-
Vi como su compañera de viaje asentía, al mismo tiempo que sujetaba con firmeza su bolso de mano.
El tren comenzaba su lenta marcha y pude ver a mi perseguido pasar de un vagón a otro con una sonrisa burlona en los labios.
Exasperado, me lancé contra una de las pocas ventanillas abiertas, y trate de aferrarme a lo que pude, pero la marcha del tren iba en aumento, dejándome poco margen para la maniobra. Me solté justo cuando el anden desaparecía bajo mis pies, quedando una fracción de segundos en el aire, y desplomándome aparatosamente sobre las vías.
Palpe la sangre tibia en mi cabeza, pero mas me dolía ver como el tren se alejaba rumbo a la siguiente estación.
Tenia que actuar rápido.
Me levante como pude y corrí por las vías ante la atónita mirada de los que por allí pasaban, y me escabullí por entre medio de un tejido herrumbroso que separaba la estación de trenes de la calle.
- se encuentra bien- escuche que alguien me preguntaba, seguramente al ver mi camisa blanca manchada de sangre y suciedad.
No respondí ni me detuve.
Tenia que seguir con mi desenfrenada carrera y llegar a la próxima estación antes de que el tren lo hiciese.
Tenia que alcanzar al maldito aunque la vida se me fuera en tal empresa.
Me detuve en medio de la avenida, esquivando a los sorprendidos automovilistas, hasta que advertí una posibilidad.
Una motocicleta se detuvo detrás de un viejo sedan y con un fuerte golpe, arroje al conductor de la misma, que no atino a ninguna defensa.
Distinguí como se incorporaba y me maldecía por el espejo retrovisor de la moto, pero ya no tenia tiempo para nada mas. Comencé a sortear todos los obstáculos que se interponían en mi camino llevando a la motocicleta al máximo de velocidad posible.
La silueta del tren comenzó a vislumbrarse a las pocas cuadras recorridas, mientras la esperanza crecía.
No tenia tiempo para perder si quería llegar antes a la próxima estación, así que después de cruzar innumerables semáforos en rojo y casi atropellar a media docena de peatones, rebase al tren, aprovechando que disminuía la velocidad ante la llegada a la estación.
Salte de la moto y trasvase la ultima reja que me impedía llegar al anden, jadeante y sudoroso como un perro fugitivo.
El ruido producido por la llegada del tren me sobresalto.
Tenia que actuar rápido.
Me escondí atrás de un maloliente puesto de comidas y espere a que el tren se detenga.
Cuando escuche el chirriar de los frenos sentí un escalofrío.
¿ como recuperaría lo que el me había quitado ¿
El lo había echo de una manera sencilla, como si fuese una rutina mas.
En cambio, yo no podía imaginar de que manera ni como hacerlo.
Las puertas se abrieron y corrí al interior del tren, no sin antes cerciorarme de que el no se halla escabullido por entre el gentío.
Si hubiese sido de esta manera, mis posibilidades no habrían existido nunca, pero seguía en pie el “como” recuperarla.
Por eso, cuando lo vi allí, sentado cómodamente, con una sonrisa socarrona en los labios, supe que mis posibilidades eran una utopía.
Por mas que lo golpee con todas mis fuerzas y le pedí por favor que me la devuelva, solo logre que la policía me demorara y me entregase a un centro medico, adonde me mantienen tranquilo...muy tranquilo.
Como iba a explicarle a esos malditos médicos que el me había robado el alma.