Del amor incomprendido.
Hasta el odio irracional.
Imposible de entender...
Esta eterna soledad.
En una cúspide agónica,
Creí no sentir más.
Pero me brota desprecio...
¡Por tanta vanidad!
¡Por tu tranquilidad!
Poco a poco me lamento
y aguardando un nuevo sol:
en el final de este cuento.
Nada que perder…
Nada que ganar…
No más que recuerdos.
Deseos de no pensar.
Texto agregado el 23-08-2006, y leído por 191
visitantes. (6 votos)