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X llama por teléfono porque tiene la lavadora descompuesta. Z le contesta el teléfono y trata de solucionar su problema enviando un técnico a su domicilio, el que no llega ni por voluntad divina. X indignado, resuelve presentarse en la oficina del servicio técnico e increpar a Z, la mujer que lo atendió.
Como X es ciego, se aprovecha de su condición entrando errático por el frontis, golpeando su bastón contra todo lo que se interpone en su camino y alegando a diestra y siniestra sobre las instalaciones del local. Los guardias de seguridad, guían a X al mostrador acondicionado para discapacitados, mujeres por parir y niños raros. X pregunta por Z, pero Z está en colación, por lo que no volverá hasta en media hora más. X decide esperarla y es acomodado en una silla. Z llega a sus labores y pregunta si hay alguna novedad. F le dice que hay un señor bastante malhumorado que la está esperando hace treinta minutos. Z busca su asiento, guarda sus gafas oscuras, dobla en pequeños pedazos su bastón y lo deja en un cajón del escritorio, luego le solicitaba F que haga pasar a X.
X es conducido por los guardias, delante del escritorio de Z. X se sienta y le pregunta socarronamente, si es la primera vez que atiende a un ciego. A lo que Z responde que no, que ya ha tratado con no videntes. Al parecer X no esperaba esa respuesta, por lo que carga su escopeta de verborrea y comienza despotricar contra el servicio técnico y la forma que lo han tratado. Z intenta calmarlo diciéndole que lo lamenta, pero que el técnico que mandaron a su domicilio estuvo metido dos horas en un taco. Continúa la conversación; X ya está calmado y conversan sobre la vida. Z le ha contado que es ciega de nacimiento, al igual que X. Ambos ríen por la coincidencia. X no tarda en invitarla a tomar una café. Z dice que si, que iría feliz, pero que hoy le es imposible; Z tiene terror de conocer gente nueva, sobre todo en el trabajo, donde siempre llegan indeseables. X la invita a comer para el día siguiente. Z un poco conmovida con tantas invitaciones en un solo día, acepta y le pide que la pase a buscar a las siete de la tarde, después del trabajo.
X llega sin escandalizar al edificio y camina de memoria hasta el escritorio de Z. Z se sonroja por las flores que le ofrece X. El ramillete es depositado enseguida en un pequeño florero de vidrio que hay encima del escritorio. Z se pone el abrigo, arma su bastón, y del brazo de X sale a la calle.
X le dice que van a ir a un restaurante de comida italiana. Z le dice que le encanta la comida italiana, pero, que para la próxima vez, no le diga donde van, porque le gustan las sorpresas. En el trayecto, X le cuenta un poco de su vida, las mejores partes, y se ríen de buena gana. Z es tímida, habla de su trabajo y de lo que está leyendo, hasta que llegan al restaurante. X está encantado con Z, se porta como un caballero toda la noche y pasa una velada genial. Z está tanteando a X y finalmente le pregunta por los amores de su vida. X le cuenta que es viudo hace quince años, y que desde ese mismo día, no ha vuelto a intimar con una mujer, lo que es falso. Z le cuenta que es divorciada y que tiene un hijo, lo que es verdadero. Como se llama tu hijo pregunta X; se llama R, le contesta. Que bonito nombre dice X, a modo de distender el ambiente, ya enrarecido con tanta confesión.
Han tomado dos botellas de vino y Ambos están borrachos y desinhibidos. X le pide que vayan a su casa por unos tragos y algo de hierba. Z se echa para atrás y riendo se tapa la boca con la mano. Finalmente, se decide y acepta. X paga la cuenta presuroso y solicita de inmediato un taxi y los abrigos. Salen de restaurante de la mano y se van a la casa de X.
En el taxi las confesiones suben de tono y hablan de sexo con tapujos. Z habla de la cosa. X habla del pajarito. Luego conversan sobre los besos a la cosa, los besos al pajarito y finalmente cuando el pajarito se come la cosa.
X abre su puerta siguiendo la manilla hasta meter la llave. Entran al departamento, se sacan los abrigos. Z solicita el baño. X le indica la puerta y le pregunta que quiere tomar. Z responde algo que X no entiende. X va por unos tragos a la cocina, pone hielo en una vasija y sirve los licores. Sentado en el living espera a Z. Luego recuerda que ofreció hierba. Va a su pieza, abre una cajita y saca una pipa y una bolsa con marihuana. Vuelve al living, llena la pipa y fuma, pensando en que esta noche le toca salida al pajarito por primera vez en meses. Z está en el baño, se siente un poco mareada, aunque había decidido tener sexo con X antes de entrar al restaurante, su timidez le baja la moral. Finalmente Z sale del baño y enseguida X la invita a sentarse y le entrega un vaso en sus manos. Prende la pipa por segunda vez y se la pasa a Z, quien decide fumar. Toman un par de tragos más y X comienza a acercarse a Z. Le pide tocar su rostro con las manos, sentir con su tacto las dimensiones de su belleza. Z accede. X la palpa suavemente y se alegra. Z hace lo mismo y ambos quedan cara a cara, con las manos en el rostro del otro. X la besa en la cara primero y luego en la boca; en un principio muy suave, luego con pasión. Z responde abrazándolo contra sus pechos. X inicia el camino hacia el cuerpo de Z por la cintura. Z arremete tomando en sus manos la entrepierna de X. Los abrazos pasan a ser gemidos, la ropa va saliendo a tirones. Hacen el amor dos veces. Luego se visten. Z con vergüenza. X victorioso. X la lleva a su casa y le dice que la ama. Z responde con un beso, pensando en que nadie la había hecho tan feliz.