No me hacen falta atrapasueños para soñarte.


En fin, así son las cosas. Tal vez sea mejor. Tal vez sea muchísimo mejor sentirte perfecta, creer que eres la más linda del mundo. Que somos el uno para el otro y que hueles a flores de selva después de una lluvia de madrugada. Que tu risa contagia mi risa cuando alguna boludez de todas las que digo no es tan boluda, que pasar las yemas de mis dedos por tu piel es como acariciar arcoiris de más de cien colores. Que un beso tuyo es como masticar mariposas, sentir sus alitas parpadeando entre mi lengua. Que tus labios en mi cuello son como gotitas de nieve derretida que pervierten los pelos de mi barba de tres días, que perderme en tus ojos es descubrir tesoros olvidados y olvidarme que los encontré y querer perderme de nuevo y de nuevo y de nuevo. Que caminar de la mano por 9 de Julio debajo del Obelisco es creernos en París, sin confesiones. Que que me pidas que repita esa palabra que te causó gracia por mi tonada es como recibir mil premios de mil maestros o que Neruda diga Lucas, la pucha que escribís lindo. Que la margarita que te regalo todavía con su tallo húmedo y mi agitación luego de huir del jardín del vecino encaja por naturaleza entre tu cabello y la oreja. La misma, o la otra, que se acerca a mi boca para que le cante en bajito que no le clave el puñal por la espalda. O que la moneda cayó por el lado de la soledad. Que dormirme veinte años sobre tu pecho, escuchando tus latidos, no es tiempo perdido, es compartir tu vida con la mía. Es hacerte saber que no me dan miedo tus miedos. Que tu cuerpo desnudo son ángeles jugando en mi patio, desnudos... inocentes.
Prefiero sentirte así, perfecta, a enfrentar la realidad de que hay demonios que nacieron para alejarnos las capitales y crear lagrimas en mis ojos y en los tuyos y en los nuestros.
Que tal vez nunca sienta Ludmila en mis brazos. Que sus deditos no van a aferrarse jamás de los míos ni a mirarme con ojos claros ni hacerse cargo del tabernáculo.
Que sos humana. Tanto como yo.
En fin, así son las cosas.
Prefiero resignarme y soñar.

lucas cohen