Son veinticinco años pequeña, un dos y un cinco, todo un cuarto eh.
Y si cuento mis pecas tengo dos por cada año vivido, no obstante quisiera una regresión terapéutica con urgencia, los grandes me dañan y mi destino no tiene sentido.
Cuidado!, ahí viene otro, una promesa mutante de respeto, fidelidad y compromiso. Tápate los oídos, se ciega!!!. O por lo menos espera que cicatricen las heridas en tu inoscencia, las puñaladas a tu ternura y la violación de tu sonrisa de leche.
Hasta cuando albergas esperanza?,
destiérrala por traidora!,
y que ninguna otra mujer le de asilo!.
Sumerge tus pasiones en el extremo Sur de tu Chile, congela tu amalgama de sueños, entregas, suspiros, confianza... .
Es que los ojos me arden cuando te veo llorando nuevamente, y palpita mi cerebro esforzándose por armar pronto hechos sin sentido, ilógicos sueños escapatorios,
de una realidad inmerecida,
de una femeneidad desvalorada,
de una ingratitud desmedida,
construída con el mejor de los cimientos para que la historia pese, y tus puños no puedan quebrajar la dureza viril de aquellos que por el sólo hecho de tener algo duro (ocasionalmente), creen ser el hemisferio más fuerte de este globo fémino llamado Tierra.
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