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Ingreso al bar y todos giran para observarme. Todos menos un hombre bajito y enjuto sentado de espaldas cerca de la barra. Viste traje claro y está tomando café. Tiene un libro sobre la mesa. Es a quien buscaba. Camino hacia él con la mirada clavada en mis ojos de un grupito de muchachas que murmuran. Una de ellas se levanta como al paso y me lleva por delante. Me mira y sonríe. Pide disculpas pero la dejo atrás. Vuelve con sus amigas y yo continúo hacia la mesa.
- Buenos días Mario – le digo. Él levanta la mirada, triste, melancólica, cansada. Me señala la silla vacía. Me siento.
- ¿Qué te trae por acá? – me pregunta.
- Estoy enamorado – le respondo. Quedamos en silencio. El me observa al tiempo que noto un esbozo de sonrisa tras sus bigotes blancos.
- ¡Que complicado eh! – exclama.
- Decímelo a mí – le contesto. El frunce su entrecejo y se le agregan arrugas a su frente.
Se acerca el mozo y pido una gaseosa. Las chicas me siguen mirando y yo descubro que no era un libro, sino una libreta de apuntes la que tenía en la mesa.
- ¿Estabas escribiendo? – pregunto sorprendido.
- No por ahora. No tengo motivos. Cuando más textos se tienen, más difícil se hace escribir. No quedan temas. – me responde al tiempo que me guiña un ojo.
Sonrío.
- Habláme de ella – me dice.
- La conocí una noche solitaria sombría y de lluvia. La quise sin hablarle. Lo sentí en la piel. Ese poder invisible que atrapa enreda y une personas a un nivel invisible.
El mozo interrumpe y deja un vaso. Destapa la botella y la coloca a un lado. Se retira.
- Es tan simple y a la vez tan complicado Mario. – prosigo – La sueña mi cabeza en cada parpadeo y la extraño cuando no me piensa. La necesito para no enloquecer.
- ¿Y ella siente lo mismo? – pregunta antes de llevarse la taza a la boca.
- Sí. Me adora, me quiere con locura.
- ¿Entonces cuál es el inconveniente?
- Que es tan libre y dulce como toxica y enfermiza. Que a veces no la entiendo y eso me angustia. Ella es como un poema surrealista.
Quedamos nuevamente en silencio. El pierde su mirada y yo aprovecho para servirme gaseosa. Tomo un poco. Las chicas del fondo se ponen de pie y se marchan. Una me manda un beso con la mano. Le hago un gesto de cortesía pero rápidamente vuelvo la vista al señor que tengo en frente.
- Es tan hermosa.– le digo. - Si la vieras me entenderías.
- Describimela – sentencia.
Pienso unos segundos…
- Es un jazmín violeta cuando sale el sol después de una tormenta. Su color, su aroma, su belleza. Es todo un conjunto de fundamentos que te obliga a desearla.
- ¿Y que pretendés?
- No sé, tantas cosas, quizás que un día cualquiera, no sé como ni sé con que pretexto, por fin me necesite.
- Más específicamente…
- Quiero una táctica para enamorarla.
- Lucas, lo que te voy a dar es una estrategia…
Y tomando la lapicera con su mano derecha se puso a garabatear palabras en su borrador. Mientras, el atardecer moría y yo terminaba mi gaseosa mirándolo escribir su poema más romántico… para vos y yo.
lucas cohen
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Texto agregado el 22-08-2006, y leído por 162
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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22-08-2006 |
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Claro , era benedetti no?
muy lindo harryhaller |
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