Esta luz… es tan hermosa.

Todo crepúsculo, todo amanecer son diferentes unos de otros, muy diferentes. Muy hermosos y nunca se repiten. Pero esta puesta de sol es muy especial para mí.
Aquí, estando en mi habitación… NUESTRA habitación... a través de nuestra ventana el sol nos mira y nos acaricia con sus rayos rojos.

Tu estas dormido, y yo sobre tu pecho. Estoy reposando, mirando hacia fuera por la ventana, viendo uno tras otro el romper de las olas sobre la playa, acariciando con su blanca espuma la fina arena. Es un hermoso espectáculo y junto con el rojo atardecer se que mis parpados no tardaran en cerrarse.
Escucho latir tu corazón, es constante y tú descansas.
Tan solo estar contigo me hace muy feliz, siento tu calor, respiro tu aroma y te hago tiernas caricias mientras sueñas.

Estoy apunto de ceder al sueño, pero tu, mi amor has despertado, sientes mi presencia, me acaricias y me abrazas. Cierro mis ojos, estoy segura entre tus brazos. Me das confianza y seguridad. Por fin puedo dormir.

Entonces acaricias mi cara y vuelvo a abrir los ojos… es la cortina que mecida por el viento roza la piel de mi rostro…y tu no estas…nunca estuviste. Era solo un sueño.
Pues solo eso eres; un sueño, y como sueño te percibo. Y no vale la pena estar despierta si tu no estas.

Solo quiero estar dormida y así se que podremos encontrarnos, pues no existes, mas que en mi mente…en mi memoria. ¿Serás algún recuerdo?
Ya no se, y ya no conozco el significado de “el día de mañana”.
No estoy loca, tampoco deprimida. Solamente te necesito, aunque no se si seas real.
Lo cierto es que no estas aquí, solo cuando sueño contigo.
O cuando yo estoy presente en tus sueños.
Nada es real.

Mirándome al espejo…mirándote, se que no eres un recuerdo.
Eres parte de mí.
Como la luz de la mañana y las sombras de la noche. Siempre me acompañas.
Aunque no estés aquí.
Aunque no estemos aquí.