Adieu!
Escucho tu favorita, “Entre el cielo y el suelo”, la voz de Ana es de lo mejor que ha pasado en mi vida. Por más que lo niegue los funerales se amasan con tu presencia en esas gavetas que el resentimiento se niega a clausurar. Ni los buenos ni los malos recuerdos entran en ellas, habrá que embalsamar los que fueron una bendición e incinerar los que ceban mi bilis. Hoy, luego de tantas cartas que nunca te envié y de tantos anónimos escritos en las ventanas polvorientas de tu calle entendí… entendí que no estás aquí y que nunca estuviste, entendí que fuiste una impostura que mi devoción talló. Debí advertir lo que no sería cuando de tu misma garganta entonaste aquella sentencia: “los amores no deshacen maletas”. Te marchaste con tus maletas sin abrir, dejando a Zoe en mi contra. El pobre ingenuo bautiza mis tenis en tu nombre. Increíble, la semana pasada de camino a casa, me salté la floristería. Te enterraste y yo aún no me atrevo. Eso eres, y no sabes cuánto me duele, una tumba sin flores, porque las azaleas que religiosamente te entregaba las tardes de viernes terminaban marchitas, sin agua, tiradas en algún rincón, sin piedad. Eso eres. Un muerto sin doliente y sin lágrimas, porque el par de charcos vítreos se han pasmado, porque ha llovido suficiente… y jamás secaste una sola gota a pesar de saberte la causante. A eso me oliste, a que la felicidad rebosaba y no durarías más que un soplo. Eso fuiste, desde el principio una despedida.
Ahora sí, creo. Adieu mon chéri! En francés, como te gusta.
p.d.: tengo tenis nuevos y regalé el gato.
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