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IV
-No te preocupes amorcito. Esta noche estamos solitos en el edificio. ¿Qué te
parece?
-¿Quién…es…usted?- preguntó Erica ya al borde de la agonía.
-¿Cómo que quien eres? ¿Acaso no me reconoces vidita por Dios? He aquí a tu galán, al ser que vibra por ti desde que te conoció, el mismo que te escribe esas encendidas proposiciones que tú atesoras como si fuesen bendiciones del cielo.
-¡Chamberlain!
-¡Ajá! Si y no. Déjame hacerte un poco de historia. Una tarde que fuiste al ciber de la esquina, tuviste la poca precaución de dejar abierto tu correo. Entonces me enteré de tu dirección mail y desde entonces te he cortejado como el famoso Chamberlain que –por lo que veo- te robó el corazón.
Se sintió el chasquido de un fósforo y un rostro patético apareció fantasmagórico sobre la precaria lumbre.
-¡Tomás!
-Si. El mismo. O Chamberlain, como prefieras. El mísero tipo que barre los pasillos. El poeta frustrado que te ha asediado con una serie de proposiciones que esta noche se harán realidad. Luego, como puedes prever, la fogosidad de nuestro encuentro será tal que provocará un lamentable incendio. Pero te prometo, mi vida, que no sentirás nada, yo procuraré que cuando las llamas te devoren estés profundamente dormida.
Y el tipo le mostró un frasco de cloroformo, el cual colocó luego cuidadosamente sobre un mueble.
(Continúa)
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Texto agregado el 21-08-2006, y leído por 278
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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26-08-2006 |
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Nada de Caribe entonces? ayy pobre chica y encima un tipo que la quiere prender fuego y no de amor precisamente. Besos y estrellas. Sigo. Magda gmmagdalena |
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