Sabía que sería una entrevista difícil. Hacía 15 años que el tipo no daba ninguna clase de entrevista, ni siquiera por teléfono. De todas formas era la mejor historia que se le ocurría por el momento, estaba pasando por un período de sequía creativa que medraba su autoestima. Sentía curiosidad por cómo habría cambiado en 15 años. En su momento había sido el tipo más apuesto del medio, “el sueño de toda mujer hecho carne” le habían llamado, y era cierto según podía ver en los registros gráficos. Aún así 15 años no pasaban en vano.
Ojalá se conserve bien, hará más grata la tarea, pensó con una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro.

Llegó sin mucha dificultad a la dirección indicada. Dudó en llamar a la puerta. Sentía curiosidad. ¿Cómo un tipo que había explotado su belleza por tanto tiempo desaparecía del mapa de forma tan repentina?.
Dos golpes, no muy fuertes ni muy suaves. Es lo preciso, pensó. Sintió pasos y tomó aire. Los pasos se detuvieron frente a la puerta. Luego se alejaron. Nelly dejó el trípode de su cámara apoyado contra la pared, se arregló la falda y golpeó otra vez, un poco más fuerte. Los pasos volvieron a acercarse y la puerta se entreabrió dejando ver un par de ojos de un azul intenso.

-¿Quién es?. La voz era áspera y denotaba desconfianza.
-Nelly, hablé con usted por teléfono, ¿recuerda?.

La puerta se abrió lentamente y dio paso a una figura delgada y encorvada. Nelly se sorprendió y la dilatación de sus pupilas la delató. Debo haberme confundido de dirección.

-Disculpe, le confundí. Busco a Ryan Burnick, me dio está dirección, ¿ve?- y le extendió el papel con la anotación.
-Soy yo, dijo el hombre.

Nelly dudó, el tipo era un anciano a juzgar por su aspecto, pero su voz... de seguro él es su padre, el parecido es notorio.

-¿Quiere la entrevista o no?, Pensé que estaba interesada.- Empujó la puerta para cerrarla.
-Estoy interesada- dijo ella mientras afirmaba la puerta.
-Pase entonces.

Comenzó a instalar la cámara. Vio que hubiera suficiente luz, no traía equipo de iluminación, Burnick lo había pedido explícitamente, “nada de faroles ni camarógrafos”. Mientras veía que todo estuviera bien trató de entender la situación. El tipo había iniciado su carrera mediática a los 18 años, había estado en pantalla 7 años. Debiera estar en sus 40 entonces, pero parecía de 60 o más, cómo era posible. Debe haber cogido alguna enfermedad rara o algo por el estilo, pensó.

-Tome asiento señor Burnick.

La entrevista comenzó. La idea era conseguir que este hombre hablara acerca del motivo por el cual había dejado la televisión a una edad tan temprana y cuando le estaba yendo tan bien. Burnick comenzó a hablarle de su niñez, de lo triste que había sido su vida, de lo solitario que se sentía y de cómo había cambiado todo a los 18 años.

- Cambió para mejor por supuesto- señaló ella.
-¡No sabes lo que dices muchacha ignorante!.

Nelly quiso perderse entre los pliegues del sillón. Nunca hubiese esperado una respuesta tan exaltada.

-Todo fue confuso, así lo creí al principio. Todos parecían interesarse por mí, querían ayudarme, eso pensaba yo. ¡Pero todo era una maldita farsa!- sus ojos eran sombríos- sólo querían estrujarme hasta que no quedara nada de mí- un acceso de tos atacó al anciano de manera violenta- ¡Apágala!, ¡Apágala!.

Los dedos curvados del anciano se extendían furiosos hacia la cámara. Nelly apagó el aparato y le acercó un vaso de agua. De pronto advirtió que Burnick lucía aún más viejo que al inicio de la entrevista, ¿sería idea suya?

-Burnick, disculpe la curiosidad. ¿Acaso usted sufrió alguna especie de enfermedad degenerativa?. No se ofenda, lo digo porque parece mayor de lo que es en realidad. Me imagino que quizá pudo alejarse de las pantallas a causa de aquello.

Burnick la miró como quién cuenta un acertijo y espera que lo resuelvan. Hubo un silencio incómodo y Nelly acercó su índice al botón de encendido de la cámara.

-¡Alto!, Aún no la enciendas. Esto no es parte de la entrevista... ¿Te has preguntado por qué permití que vinieras siendo que no he dado una maldita entrevista en 15 años?. Fue porque estoy cansado de esconderme, cansado de intentar detener esta maldita cosa. Ya sé que no va a parar, sólo se hace lenta, pero no se detiene nunca. Estoy decidido a pararla, pero a mi modo.

La muchacha realmente no entendía mucho, intentó preguntar, pero Burnick no tenía intenciones de dejarla. Algo, un brillo extraño se había apoderado de sus ojos, era mejor no interrumpirlo.

-Cuando me cansé de las cámaras decidí viajar, tomar unas pequeñas vacaciones. Una vez estando sólo en el hotel, sin cámaras o grabadoras a mi alrededor, sentí que por fin iba a disfrutar del dinero que con tanto esfuerzo había ganado. Pasó una semana y comencé a sentirme débil, creí que estaba enfermo, pero luego entendí. Me miré al espejo y lucía viejo, era terrible, aparentaba como 40 años siendo que tenía 25.

-He oído de enfermedades con esos síntomas...
-¡Tú no sabes nada!, ¡Nada puede ser cómo esto!- luego de lanzar lejos el vaso que estaba sobre una mesita siguió con su relato- En ese momento pensé en suicidarme, quise grabar un video para mis padres, explicándolo todo. No podría volver a mi vida habitual, ya no era más el chico lindo, era un viejo bueno para nada. Grabé el video y terminé con lágrimas en mis ojos. No satisfecho con esto puse la cinta en el vhs para revisarla, es bastante masoquista, pero en parte deseaba castigarme. Cuando encendí el televisor y comencé a revisar la grabación casi me dio un infarto. Era yo con mis 25 nuevamente, lucía normal, hablando lo que recordaba había grabado, pero con mi apariencia joven. “Estoy bien” pensé, “todo fue una alucinación”, corrí al espejo de la habitación y otra vez vi ante mí al viejo inútil. No entendía nada.

Nelly escuchaba atentamente el relato del viejo, era inverosímil, que bueno sería poder grabarlo, pensaba.

-Corrí por mi Polaroid y me saqué una foto. Esperé a que apareciera la imagen y al verla encontré en ella a mi yo de 25 años. Luego me tomé una frente al espejo, quería conseguir que apareciera yo y mi reflejo. Fue peor, el yo que aparecía frente al espejo tenía 25, pero el yo del reflejo tenía como 40 o más. Salí corriendo de allí y llegué a esta casa que era propiedad de una anciana. Le pagué en efectivo el precio que me cobró y no volví a salir de aquí más que para hacer compras, y por supuesto me alejé de las cámaras de todo tipo seguro que toda esta maldición provenía de ellas.

-Bueno, creo que comprendo sus motivos, el porque prefirió alejarse de todo, puedo entender perfectamente. Lo que no consigo entender es por qué al alejarse no cesó el proceso de envejecimiento, sería lo lógico.

-¿Lógica?, ¿lógica?, usted cree que algo de esto tiene lógica, entonces usted está más loca que yo. Nada es lógico, yo creí lo mismo, pero no, todo sigue igual, peor.
Ya no lo soporto más, por eso, cuando usted me llamó supe que era el tiempo...
-¿Tiempo de qué?
-De hacer lo que no me atreví a hacer hace 25 años...

Nelly lo miró incrédula.

-Encienda esa maldita cosa y acabemos.
-Con la entrevista.
-Claro, con la entrevista- y sonrió maliciosamente.

Nelly tomó su pauta de preguntas y la entrevista siguió su curso. Los accesos de tos de Burnick cada vez eran más seguidos, pero él insistía en continuar. A medida que los minutos transcurrían el rostro de Burnick se hacía cada vez más viejo, las venas de sus manos se volvían más prominentes y su carne se veía más flácida, sin embargo su voz era la misma y sus ojos los mismos. La reportera estaba tan fascinada con su entrevista que no notó el cambio hasta que ya era tarde. Un último acceso de tos, más violento que los anteriores, terminó por sofocar la voz del anciano. La muchacha despegó la vista del visor de la cámara y observó el cuerpo inerte del anciano. Por fin comprendió las intenciones del anciano. Dejó de grabar y retrocedió la cinta en la cámara. Miró el cuerpo del anciano y con una sensación de vacío en el estómago presionó PLAY. El Burnick de 25 se acomodaba en el sillón dispuesto a ser entrevistado.