RESÚMEN DEL SIGNIFICADO DE LA OBRA LEÍDA.
CAPÍTULO I
El protagonista principal de la obra, Gustavo Aschenbach, que residía en Munich y comenzando a celebrar sus cincuenta años de vida, había comenzado a sentir una vibración interna que lo llevaba a un impulso creador. En un verano prematuro descubrió el deseo de viajar, por la sencilla razón de que estaba preocupado excesivamente por los problemas que le ofrecía su propio yo. El protagonista había comenzado a iniciar el descenso lento de su capacidad literaria, pues se daba cuenta que de pronto iba a morir sin haber logrado producir lo que en su interior fermentaba. Por esta razón le gustaba pasar los veranos lluviosos en la casa de campo que él mismo había mandado construir, en la montaña. Surgía en Gustavo un impulso, que él reducía gracias a la razón y al dominio de sí mismo, pero dicho impulso ésta vez se traducía a un ansia indudable de huir, de encontrar cosas nuevas y lejanas, de encontrar la liberación, el descanso y el olvido. Era un ímpetu que lo llevaba a olvidar su obra, su cotidianidad. Era en resumidas cuentas un ansia de liberación, producida por la disconformidad en su obra literaria, disconformidad, que había sido desde joven la esencia de su talento. No era que Gustavo fuera un mediocre, pues era un escritor reconocido públicamente, era la insatisfacción personal de su creación literaria la que buscaba el viajar, para buscar tal vez el remedio para su insatisfacción personal.
CAPÍTULO II
Gustavo Aschenbach, fue un hijo de sangre alemana por parte del padre y de una madre extranjera, que hizo surgir una síntesis de una vida disciplinada y sobria, con una sangre más viva y sensual. Gustavo era un artista singular, su genio no era ni vulgar ni excéntrico, era un escritor acostumbrado al esfuerzo intenso, sin haber vivido los años juveniles intensamente. A los treinta y cinco años había estado enfermo en Viena, siendo una persona que no había nacido para esfuerzos supremos, no había tenido muchos amigos en su infancia, aprendiendo a resistir los embates de la vida, queriendo llegar a ser viejo para poder así, crear su obra en todas las etapas de la vida humana. Gozaba de una extremada disciplina para hacer sus obras literarias, compaginándose la dedicación y esfuerzo, con las inspiraciones breves.
Gustavo pensaba que su trabajo literario tenía que ir al mismo tiempo con el carácter general de su generación. Era de los que pensaba que las grandes obras de arte se han escrito a pesar de tribulaciones y angustias. Era un escritor abatido pero que conservaba su firmeza. Disfrutó de una educación casera, sin tener amigos, deseaba llegar a ser viejo, para crear obras literarias desde todas las etapas de la vida humana.
Era de los escritores que necesitaba de una extrema disciplina. Era intenso y se concentraba en su trabajo mental. Las inspiraciones eran breves, pero a la larga, le servían para crear obras extensas, sin perder el hilo conductor de estas.
Gustavo, trataba de acercarse y lo lograba con éxito, a las tendencias de la literatura contemporánea; estaba a la vanguardia con su generación. Aschenbach había escrito expresamente en un pasaje poco conocido de sus obras, que casi todas las cosas grandes que existen son grandes porque se han creado contra algo, a pesar de algo: a pesar de dolores y tribulaciones, de pobreza y abandono; a pesar de la debilidad corporal, del vicio, de la pasión. Él era sereno aún en medio de la desgracia, era por esa razón que gozaba de un triunfo positivo en su obra. A pesar de haber tenido una juventud brutal, Gustavo era el poeta de los que se sienten caídos aunque se mantienen, en el fondo, erguidos. Había logrado ascender a la dignidad literaria.
Aunque fue irreverente en su juventud, esta le había traído como consecuencia, ser problemático. Era su herencia de juventud. Sin ser un vicioso, ni un gran pecador, rechazaba el conocimiento y se aislaba donde tenía dolores y luchas no compartidas, aislamiento que le deparó el poder y la consideración de las gentes.
El talento de Gustavo, se formó en la soledad, en el aislamiento. Inclusive sus obras eran recomendadas en las escuelas públicas, eran utilizadas como obras didácticas. Se había casado joven, pero enviudó y de ese fruto tuvo una hija, no teniendo hijos varones. Se le concedió el título de noble y se estableció en Munich. Aschenbach era de estatura mediana, más bien moreno, e iba afeitado completamente. Su cabeza no estaba proporcionada a su desmedrado cuerpo. Su arte le deparaba más placer que una vida llena de pasiones y goces violentos.
CAPÍTULO III
El protagonista decide irse, buscando un mundo exótico, a una isla del Adriático, no lejos de la costa de Istria. Semana y media después, decide hacer viaje a Venecia, persuadido por sus encantos para las personas ilustradas tanto por lo histórico como por los encantos de esta ciudad. Hacía el viaje talvez esperando que el destino le reservara nuevos entusiasmos y emociones o quizás una tardía aventura sentimental.
Los sentimientos y observaciones de Gustavo, eran del hombre solitario, eran más confusos y más intensos que los de las gentes sociables. Sus pensamientos eran más graves, más extraños y tenían cierto toque de tristeza. La soledad engendra lo original, lo atrevido, y lo extraordinariamente bello: la poesía, engendrando a la vez, lo desagradable, lo inoportuno, lo absurdo y lo inadecuado.
Gustavo conoció por primera vez, a Tadrio, en el Hotel Excelsior, de Venecia, viendo en él, un muchacho de unos catorce años, de cabellos largos, que tenía la cabeza perfecta. Su rostro, pálido y preciosamente austero, encuadrado en un cabello color de miel, su nariz, recta, su boca fina, y una expresión de deliciosa serenidad divina, le hicieron recordar al escritor los bustos griegos de la época más noble. Era un niño encantador, siendo su forma de clásica perfección, teniendo un encanto personal extraordinario.
Gustavo amaba el mar por el ansia de búsqueda de reposo del artista. Por una tendencia perversa a la nada. Acaso, ¿la nada no es una forma de perfección?
En cuanto a Tadrio, ese niño polaco, le recordaba a Gustavo el consejo que Sócrates daba para olvidar a un amante que le diera un beso a su amado: irse un año de viaje, para olvidar dicho acto, para curarse del amor. El espíritu de Gustavo al pensar en Tadrio, se sentía invadido por una gran indolencia, y junto con el mar, le hacían penetrar al escritor los sentidos y le producían algo encantador. La presencia de Tadrio, le producía al escritor, evocaciones místicas, como estrofas de poemas primitivos que hablaran de los tiempos originarios, del comienzo de la forma y del nacimiento de los dioses. Sentía que la belleza de ese niño, le producía vergüenza. Pensaba que Tadrio, por ser frágil y enfermizo, no iba a llegar a ser viejo. Gustavo trataba de calmarse, pero varias veces lloro por el efecto que le producía Tadrio y se dio cuenta que debía marcharse de Venecia pues su clima, los vientos, no le hacían nada bien para su ya menguada salud. Se dio cuenta el escritor que la segunda despedida de Venecia le resultaba tan dolorosa sólo por causa del niño Tadrio.
CAPÍTULO IV.
Gustavo Aschenbach no gustaba del pacer. Siempre que había vivido sus vacaciones, marchando en busca de reposo y de días sonrientes, especialmente siendo más joven, había sentido en seguida la nostalgia inquieta del trabajo, del sagrado esfuerzo de su disciplinada labor cotidiana. Sin embargo, esa playa de Venecia, donde podía ver al niño Tadrio, le llenaba verdaderamente de satisfacción y de goce. Lo hacían querer la vida. La belleza de Tadrio, era lo que él conocía a la perfección. Era lo que alentaba a él, al artista, cuando lleno de contenida pasión libertaba de la masa de mármol del lenguaje, la forma esbelta que su espíritu había intuido y que representaba al hombre como imagen y espejo de belleza espiritual. La divina inspiración le había llegado al escritor, debido a la belleza del niño Tadrio. Era recordar el pasaje de Fedro o del amor, de Platón, donde Sócrates, viejo y feo, pero sabio, hablaba con su interlocutor, joven y amable, adoctrinándolo sobre el deseo y la virtud. Le hablaba además, del espanto que experimentaba el hombre sensible cuando sus ojos contemplaban un reflejo de la belleza eterna; de las conscupiscencias del profano y el malvado, que no pueden pensar en la belleza al ver su imagen, y que no son capaces de sentir respeto por ella; le hablaba del sagrado temor que acomete al alma noble cuando se le aparece un rostro semejante al de los dioses, es decir, un cuerpo perfecto. Le explicaba cómo todo su ser se estremece de aquella alma, se enajena y apenas se atreve a mirar; cómo se siente poseído de veneración ante aquel que ostenta el sello divino de la belleza; aquella alma le haría sacrificios, como a una deidad, si no temiese aparecer como insensata a los ojos de los hombres. pues sólo la belleza, es amable y adorable al propio tiempo. Ella es la única forma de lo espiritual que recibimos con nuestro cuerpo, y que nuestros sentidos pueden soportar. Pues ¿qué sería de nosotros si se nos apareciese lo divino en otra de sus manifestaciones, si la razón, la virtud y la verdad se nos presentasen en formas sensibles? ¿No arderíamos y nos disolveríamos en amor como otra época ante Zeus? La belleza es, pues, el camino del hombre sensible al espíritu, sólo el camino, sólo el medio..(Aquí quiero dejar claro que el pasaje transcrito no hace parte del diálogo Fedón o del Alma, si no del Diálogo Fedro o del amor. Hay un error al citar el Diálogo Platónico.) El amante es más divino que el amado, porque en aquél alienta un dios.
El escritor tiene su dicha en la posibilidad de transformar la idea enteramente en sentimiento y el sentimiento en idea. Gustavo necesitaba trabajar en presencia de Tadrio, tomarlo de modelo, levantar a lo espiritual su belleza. Sin embargo, no conviene siempre hacer público las fuentes de inspiración de los literatos.
El enigma de la naturaleza del artista, es una fusión instintiva de disciplina y desenfreno. El hombre ama al hombre y lo honra, mientras no lo pueda juzgar. El deseo, a su vez, se engendra por un conocimiento defectuoso.
CAPÍTULO V.
Este capítulo narra como a Venecia llega la peste de oriente. Los gobernantes de la ciudad no quieren referirse a ella, pero es una verdad vox populi, por tantas muertes ocurridas. Gustavo se siente satisfecho de la posible aventura en que el mundo exterior iba a entrar, pues la pasión como el delito, no se encuentra a sus anchas en medio del orden y el bienestar cotidiano; todo aflojamiento de la disciplina, toda confusión y trastorno le son propicios, porque le dan la esperanza de obtener ventajas de ellos. A Gustavo, lo único que le importaba sobre el tema de la peste, era que Tadrio se fuera de Venecia. N o sufría por Tadrio, aunque era como un goce sufrido. ¿qué podrían decir de la vida de Gustavo Aschenbach, al juzgar su vida?. Dirían que fue una vida tan diferente a sus ascendientes, hasta haber caído en la degeneración; al juzgar una vida dedicada al arte, de la cual él mismo, en sus años juveniles, se había burlado, influido por el espíritu burgués de sus ancestros, y que había sido tan semejante a la de ellos en el fondo. Él había sido un artista, con una valla de contención y dominio de sí mismo, una vida recia, constante y sobria, que había elaborado en sus obras como la forma sensible del heroísmo moderno. No debía haber humillación en obedecer a eros, el dios del amor. Gustavo pensaba que la pasión paraliza el sentido crítico y recibe con delicia todo aquello que en un estado de serenidad se soportaría con fastidio. Gustavo al contemplar a Tadrio, siempre pensaba que no llegaría a viejo, sentimiento que lo llenaba de pura compasión y de una satisfacción mal sana.
Gustavo Aschenbach murió debido a la peste, llegada a Venecia por oriente. Murió contemplando a Tadrio. Murió en Venecia. LA MUERTE EN VENECIA.
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