Simplemente a veces por la tarde
en aquellos momentos donde puedo estar solo
en aquellos instantes donde mi alma se retuerce
y se abraza junto a mis pensamientos
vuelve la calma y la soledad ahuyenta los desafíos.

La calma siniestra que yace junto a mi cama
no olvida y es piadosa con mis versos
se hace cada vez más grande y oportuna
a la hora de alimentar mis sensaciones
y conocer de cerca mi encontrada verdad.

Aún aguantando la hermosa presión
y la ansiedad misma convertida en armas,
la milicia misma de días como hoy
me convierten en un ser feliz y estúpido.
Apuntan sus cañones a mi entereza
y cual niño en guerra jugando a ser héroe
despiertan mis más escondidas ganas
mis ideas más locas y mis sueños más repudiados.

Hoy voy camino a lo desconocido
enajenado y simplemente con pasos de otro planeta.
Voy circundando mis respuestas,
mientras más avanzo y me encuentro con la realidad.
No hay espacio para suposiciones,
ni para esperas inútiles
pues el segundo después de este no existe,
el mañana es absolutamente irreal.
Cuando hoy por hoy dicto letras
y mi mente responde con versos,
puedo disfrutar cada momento feliz,
curioso e increíblemente satisfecho
pues amé esa fracción de segundo,
enternecí con esa media hora
donde la iniciativa y la coincidencia
jugaron su protagonismo real
y me hicieron el artista mejor aceptado
por tal obra, tal circunstancia, inusitada y eficaz.