El cuento arranca en la noche. Como escenografía hay una carpa, hay un balde, una ropa tirada en el piso, una fogata, donde estoy yo recostado tratando de calentarme. El ambiente es de calma, soledad un poco, pero muy tranquilo, no tormentoso. De un momento a otro la música se calla y una voz melodiosa canta unos versos un par de veces. Yo me pregunto que pasa y me asusto cuando veo a alguien acercándose a mi carpa mientras baila. Es muy raro, aquí la música puede ser confusa, errática, mientras va llegando, imitando el pensar de mi personaje. Cuando llega, hay un dialogo y Cata coge el balde y lo hecha en la fogata... Aquí todo calla. Me levanto irritado y le reclamo. Luego hay música tranquila y apacible porque Cata me calma y me invita a bailar. Mientras me habla, la misma voz canta otros versos. Aquí Cata me guía por todo el escenario mostrándome cosas que Alex va leyendo. Todo es nuevo y se evidencia un despertar estético en el personaje, involucrándose con su ambiente. Todo es asombroso, y la música es como asombrosa también, de renacimiento, esplendorosa. Ahora Cata se pone a brincar, siendo esquiva a las palabras del actor. Finalmente ella se retira bailando, dando brinquitos y encendiendo nuevamente la fogata. El actor se asombra otra vez y se va a dormir, antes de mirar por última vez la noche estrellada y preguntándose quien es ese personaje tan raro que acaba de conocer. En toda la obra no esboza ninguna sonrisa, pero finalmente, sonríe. Entra en la carpa. Los aplausos se escuchan. La gloria llega. Todos lloramos y celebramos con pizza y comida deliciosa en torno a la fogata y los armoniosos acordes que ustedes, muchachos, tienen que hacer. Así lo hubiera querido Van Gogh, cuando pintaba ese “starry night” a las afueras de la ciudad, con su bufanda alrededor del rostro para ocultar su oreja recortada. Así se habría sentido él, así voy muriendo, así me disuelvo en esta noche estrellada…
Duración de la escena completa, unos 9 minutos, incluyendo la introducción
|