Critica a la irreversible fragilidad de los huevos.
Bien pudiera llegar a conocer los tipos y motivos de criticas que podría llegar a recibir este ensayo a partir de la pasajera lectura de su titulo, pero aun así me atrevo a invitarlos a continuar, mas aun, a evitar deleitarse con la suficiente pero innecesaria conclusión a la que arribaremos luego de vagar entre premisas y situaciones tan efímeras como suculentas, pero inevitables ante la presentación, o si me permiten, análisis, de los fundamentos y embusteros acaecimientos que estos objetos suelen provocarnos por su sumisa pero fácticamente demostrable falta de solidez.
En vano valdría indagar y divagar el las supersticiones fundadas en las mentes de los pensadores de la Grecia Clásica sobre la supuesta conspiración de las gallinas en poner sus huevos de manera hueca y suponerles un aspecto de solidez por maltrato el ser humano (por pura envidia obviamente), ya que esta hipótesis pudo ser refutada al minuto en que aquel filosofo se la presentó a el mismo en voz alta, quedando en el olvido, y escrita en ningún libro que demuestre incluso su existencia.
Lo que sí nos es lícito es presentar una queja, a modo de “voz al viento” que terminará en los oídos de quién sabe quién (si es que a algunos llega), para intentar dar fin (al menos de manera escrita) a los embarazosos e irritantes momentos en que estos unicelulares organismos con armadura nos ponen.
No aceptaremos las burdas e injustificadas criticas que los biólogos nos enviarían presentando la hipótesis de que “…nada puede hacerse al respecto, ya que estos animalillos pertenecen al conjunto de los ovíparos, y que su única manera de perpetuar la especie es a partir de sus huevos”; pues bien todos sabemos que si ellas (las hembras) decidieran cambiar la suerte de su método reproductivo, la empresa podría llevarse a cabo en un simple chasquido de sus “dedos”.
No divagaremos para tratar de encontrar los fisiológicos, y quizás hasta anatómicos, fundamentos de su razón; sino como ya dije, presentar una queja a las imperialistas empresas fabricadoras de huevos: Las Gallinas.
En todos y cada uno de los rincones de este pequeño planeta se conoce la existencia de las gallinas. Lo que también se conoce son lo improperios intervalares que cualquier ser humano puede escupir en el momento en que al menos uno de los tantos huevos resbala, golpea, o incluso salta del lugar donde posa, para estrellarse y reventarse contra el piso o alguna pared; derramando de inevitable manera su contenido. A quién no le ha sucedido de ir al mercado del barrio, y luego de efectuar la compra casi completa, pide los huevos en ultimo orden para que el conocido accidente no suceda mientras espera los demás productos, y luego de salir del local, ni bien posamos un pie en la acera, un desliz, un irritante y juguetón niño, o la escoba de la vecina, nos tumba los huevos al suelo y el fin ya tan conocido.
Cuentan que en Tandil, mi ciudad natal, en la zona agraria, vivía un viejo y arrugado campesino, en cuya posesión tenia una gallina que daba sus huevos en un completo estado de solidez, y que para convertirlos al estado en que todos los conocemos, solo hacia falta hervirlos. Y si es que algún despistado aun no se ha dado cuenta, es el proceso exactamente inverso al que se realiza para hacer “huevos duros” (inevitablemente se debe asumir la perfecta paradoja que esta historia presenta con la realidad).
Luego de que esta noticia llegara a la zona urbana de la ciudad, lo primero que se les ocurrió a los ciudadanos fue intentar comprar la gallina a cualquier precio al campesino; quien se negó rotundamente ante cada oferta diciendo que esa gallina y su escuálida vaca, eran su única fuente de alimento. Pero luego mandaron a un biólogo a que examinara a la sorprendente gallina, quien sólo dio una dudosa explicación basada en algún fundamento que contenía las palabras viceversa, gravedad, genes, alelos, y alguna porquería mas mientras estaba por llevarse a la boca un trozo de huevo frito.
Pero nuestra intención no es la de desviarnos hacia las leyendas urbanas y mitos pueblerinos; sino la de tratar de hacer conocer a los lectores que la engañosa solidez que los huevos nos presentan es simplemente un no azaroso desarrollo de la evolución para tornar todos y cada día, en que el ser humano se cruzase con estos huevos, en un enfadoso momento a manera de enseñarle que la naturaleza y sus animalillos podrían tornarnos cada segundo de nuestros días en consecutivos momentos de irritación si tan solo así ella lo quisiera. Y aunque no es en vano nuestra queja, ya que vale la pena presentar desaforados movimientos e injurias cada vez que uno de nuestros huevos se estrella a nuestros pies; deberíamos presentarle día a día un merecido respeto a la los seres vivientes, ya que (al igual que nuestras quejas) no en vano conviven con nosotros en este pequeño mundo. |