Era impresionante…al ver la luz de la luna llena alumbrando sus cabellos...
los cabellos de una ninfa, una ninfa de caderas anchas con cuerpo de diosas...sus ojos grandes... es que su mirada iluminaba como si fuera una llama en medio de la nada, no se podía ver otra cosa mas hermosa, pero ella no era una ninfa cualquiera; era una ninfa hechicera que era metamorfeada en la diosa del placer extremo, pero al mayor placer su sensación era estar sola, sola danzando en la oscuridad, encendiendo el violincillo vinotinto… su brillo era reflejado en los manantiales cristalinos.
En su descanso eterno... o tal vez pensamientos. Ella al contemplar la bella y sola noche nota su presencia... era él…el mago, el mago que era un mago encantador, de ojos oscuros y mirada profunda, de manos inquietas y de pasos inseguros.
Trata de alejarse...la mira... y al ver su cuerpo deslumbrante que opacaba a las lilas, las rosas, y todas las flores que estaban sobre los alrededores del bosque.
Él no encontraba igualar la belleza de aquella criatura tan maravillosa, no pudo evitar no mirarla... ella no pudo ignorar su presencia... (Silencio absoluto). no se escuchaba nada... solo se acercaron… Se miraron... se conectaron... se apartaron.
con sensaciones nunca esperadas y al sentir revivida en circunstancias partidas en realidades, en mundos distintos... al no dejar sobrepasar a los sentimientos inesperados que se tornan imposibles...
revivir, anhelar, esperar, ocultar, alejar...
Ya se dice que la historia de la ninfa hechicera y el mago encantador quedo fragmentada en irrealidades, en espejismos. No se puede cambiar ni el tiempo ni los mundos...
pero ella todavía sigue allí, danzando en los alrededores de aquellos manantiales, y aún se escucha el sonido de aquel violincillo vinotinto mágico que encendía la danza de la bella ninfa hechicera, del recuerdo de cuando unieron sus mundos.
Y en ella aún queda el anhelo de que aquel mago encantador llegue a sus brazos nuevamente.
Dayana Cadenas.
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