Alexander: Semper tecum ero...


No hay que perder el tiempo preguntándonos si así nacimos o, nos volvimos o volvieron; no importa cómo llegamos hasta aquí; solo que llegamos, que hemos decidido permanecer aquí y que así estamos seguros...

No que perdamos el tiempo pensando si está bien o está mal, lo importante es estar bien... Nada hay completamente bueno que a nadie haga mal, ni nada totalmente malo a alguien no haga bien...

Hay un mundo insensible afuera, pero dentro, dentro está el universo entero, como materia virgen que podemos al antojo modelar... Afuera está el mundo, con todo y su miseria, pero dentro, están todas las posibilidades, adentro todo es posible...

Como todo, también este tiempo pasará y lo que no arreglemos hoy, también mañana estará mal...

Si nos excluye el mundo excluyamos al mundo y hagamos uno a nuestro antojo...



Si no condena Dios olvidémonos de Dios y de sus condenas...

Inventemos de nuevo al hombre a nuestra imagen y semejanza, pongámoslo en un Jardín infinito, sin puertas, sin cerraduras ni ataduras, hagámoslo libre y no le dejemos solo... Hagamos al hombre y démosle por compañía al hombre... y por mano del hombre el hombre será de nuevo!

Libertémoslo del bien, deshagamos para él el mal.


Rompamos todas las cadenas... rompamos todo lo escrito... que nada quede en la memoria y rehagamos al mundo... inventémonos, seamos nuestro propio Dios, nuestra propia ley...


Rindámonos a la carne, como ante lo prohibido Eva, y descubramos lo que hay después... entreguémonos sin vacilación a aquello que deseamos, pues no hay paraíso del cual echarnos... Adonde quiera que vamos, donde quiera que nos encontremos, si somos más que uno, hallaremos un hogar, reconstruiremos nuestro paraíso y, aunque no poblemos el orbe, seremos felices...

Adán con Adán, Eva con Eva, como uno solo, en un nuevo paraíso, serán su propio Dios, su propia imagen, y a semejanza suya, del otro lado, vendrán, otros Adanes y otras Evas y siempre habrá uno más... uno mas dispuesto a luchar en las filas de Sodoma, como el más valeroso de los soldados, sin nada que perder, con todo por ganar...




¡No habrá lluvia de fuego para quien se adentre en las murallas de la Ciudad Prohibida, no habrá castigo para quien no obedezca las leyes naturales de un mundo al que no pertenecemos, ni las de un dios de quien no somos imagen ni obra, pues somos nuestro propio mundo, nuestra propia imagen, y nuestras todas las obras que nuestra mano empiece, nuestro ser engendre...



Liberemos al cuerpo del alma!