Ella estaba en mis sueños una vez mas. La amaba intensamente, deseando que aquella explosion de pasion nunca acabase. La ame, y todavia la amo; tanto que mi humedad brota como manantial cuando pienso en ella.

La bese apasionadamente. Sus labios dulce como la miel me hacian perderme en un mundo completamente desconocido para mi, y que si hubiera tenido conciencia en aquel momento, hubiera parado asustada, y quiza autocastigarme al costo de aquella aberracion.

Al principio eran besos timidos. Mi cuerpo se acerco al de ella poco a poco, como tratando de que no se diera cuenta. El calor de nuestras pieles era casi insoportable. Temblaba. Quiza de los deseos, la pasion y la exitacion. Nunca habia experimentado algo igual.

No podia parar de besarla. La energia que brotaba de mi ser era incontrolable. Mis manos muy despacio se soltaron, y comenzaron a tocarla suavemente. Su frente, su carita linda y dulce que tanta ternura me provocaban, su cuello, sus hombros, sus brazos.

Yo queria mas. Los demonios encerrados en mi cuerpo se dejaban oir mas alto cada vez. Que los dejara salir, me rogaban, que de una vez abriera esa puerta oxidada que por tanto tiempo habia guardado mis secretos mas oscuros. Las cadenas que los ataban se rompian ante sus movimientos rebeldes y exasperados. La ansiedad que sentian ante los hechos dados los mantenian agitados. Golpeaban mi ser, mi consciencia, mi alma. A toda costa querian ser libres.

Mis labios la tocaban gentilmente, y mis manos aprovechaban para recorrer su piel, reconociendo cada centimetro de su ser, como un ciego, cuando siente en vez de poder ver. Le toque sus senos. Oh Dios, aquellos senos maravillosos que me hicieron oir explociones hormonales como fuegos artificiales que subian y bajaban por mi medula espinal. La bese. Al toque mas parcial de mis labios, sus pesones se endurecieron, como dos pequeños botones de rosa que brotan al salir en Sol. Yo se que le gustaba, incluso si sus ojitos se cerraban, los gemidos que escapaban de su boca no mentian. La segui besando, mamando como un bebe hambriento cuando por primera vez encuentra ese regalo de la naturaleza, los senos de su madre. Deje que mi lengua la acariciase delicadamente. Aunque a veces la tentacion no me dejaba, y mamaba de ella haciendola sentirme en su hoyo majestuoso. Duro y lento como si esperara tomar de ella hasta la ultima gota de deseo.

La hale hacia mi, para sentir nuestros cuerpos juntos. Nuestros senos se encontraron y por primera vez se besaron con fuerza, como la fuerza magnetica que une el norte y el sur. Nuestras pieles, se quemaban al tocarse, y yo estaba feliz, de sentir, de saber que estaba viva. Su montaña vino a mi, humeda, caliente, hermosa, deliciosa y rebosante de sabor.
Mis demonios finalmente se soltaron. Rompieron las cadenas que implanto la sociedad y haciendome perder la cabeza completamente me olvide de todo, aun mas.

Escale hasta la cima de su montaña bañada por un rio de placer, de aguas espesas y lechosas con un sabor muy especial. La arrastre conmigo. Sus piernas se abrieron como las puertas de una presa. Dejandome beber de ella y buzear en su crater mas profundo y misterioso, y lo hice, dandole gracias a Dios y rogando nunca tocar fondo haciendo aquel momento tan especial, eterno.
Sus jemidos y su llanto me hizo parar. Asustada le pregunte que pasaba; no sabia que pensar, acaso yo la habia herido? Finalmente entre sollozos me dijo que yo era muy especial, y que jamas habia sentido algo igual. Me pidio que siguiera, y nunca parara de hacerle el amor.

Con estas palabras, desperte, oyendo en mis adentros su llanto tenue, su sabor. Nada es eterno, pero jamas olvidare mi primer amor, aunque quiza, en su mundo yo no exista mas.