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Te sentaste frente a él, todo daba vueltas en ti, cada cosa que quisiste decirle por tanto tiempo y todo lo que vivieron juntos.
Tus manos sudaban igual que el primer día que te besó, pero esta vez era distinto, seria la última vez que lo verías.
Comenzaste a hablarle y solo salían de ti palabras entre cortadas que según tú, no tenían mucho sentido, respiraste profundo…y le dijiste:
“Quiero hoy decirte que…te amo, siempre lo supe pero…no tienes idea del miedo que esto provocaba en mi. Recuerdo la primera vez que lo supe, estabas a mi lado durmiendo, yo me senté en la cama y miré tu rostro ya sereno y lejano, quizás donde estabas…yo solo podía pensar que ese momento era sublime, a pesar de lo distante, te sentía a mi lado, creo que de eso se trato siempre ¿no? como puedo explicarte todo esto …”. Respiraste con tanta fuerza que se volteo la señora que estaba un poco más atrás, y sin importarte continuaste:
“Quizás no te diste cuenta de todo lo que hice y claro mi timidez no permitía que te dijera nada de esto. Recuerdas las veces que llegué de improviso a buscarte cuando estudiabas, lo que fue hace tanto ya, como pasa el tiempo y para mí sigue siendo hoy. Bueno casi nunca tenia algo que hacer ahí, solo iba para raptarte y llevarte a mi casa, donde podíamos estar tranquilos sin la gente y sin los amigos, siempre busque la forma de sentirte mío, no como posesión, sino como parte de mi. A veces, cuando estábamos con todos en la casa de algún amigo, bastaba que te sentaras a mi lado, y como si un imán estuviera en medio, mi mano y la tuya se unían descaradamente frente a todos.
De repente sentiste tu rostro húmedo, las lágrimas empapaban tu cara, sacaste un pañuelo blanco que bordaste en uno de esos días, en que sino hacías algo sentías que te ibas a volver loca. Lo miraste, él seguía igual impávido y lejano, trataste de alguna forma tocarlo, pero algo lo impedía y continuaste…
“Ya no sé si me volví loca cuando te perdí, ni siquiera hoy puedo decirlo. Recuerdo que al volver de mi viaje, el que hice precisamente para olvidarte, te llamé pensando que todo el tiempo separados había hecho que recapacitaras, en cierta forma porque así lo hice yo, pero para ti fue distinto. Entraste en un mundo distinto, el del trabajo con nuevos amigos y así, yo de a poco fui quedando en la parte de los recuerdos.
No sabes como dolió, sobretodo porque te acercabas y tus ojos me decían que aún me querías y yo, seguía esperando esa frase que a veces llegaba…te extraño … solo Dios sabe cuan bien me hacía en el momento, me llenaba de esperanzas, pero al llegar a casa y estar sola, te odiaba con toda mi alma.
¿Cómo podías extrañarme?, Tú habías provocado todo esto, yo siempre traté de hablarte y que me hablaras de lo que te pasaba, pero solo conseguía un no sé, o peor, es que yo pienso que no siento nada, ¿yo pienso? ¡Que cresta tenía que ver la razón con todo esto!, Si lo único que quería era que esas veces en que estabas conmigo, y tu cuerpo y el mío se unían nuevamente, solo esas veces, me dejaras sentir de verdad lo que pasaba contigo. Pero cuando te dabas cuenta de lo vulnerable que eras en esos momentos en que tú y yo estábamos solo acompañados por el sonido de nuestra respiración, sin personas ni cuestionamientos, volvías tan violentamente a distanciarte, que a veces me daba la impresión que todo era un sueño, que no era posible”.



Lo miraste nuevamente, seguía ahí sin decir palabra. Te lanzaste encima de él, pero lo sentiste más frío que nunca. Se te acercó una mujer, su mano cálida te dio escalofríos, así te diste cuenta que la temperatura del lugar y tus emociones habían enfriado tu cuerpo. Proseguiste hablándole ya sin más voz que un susurro:
“¿Cuándo te perdí? ¿Por qué dejaste que nos perdiéramos? Aprendí tanto contigo… aprendí que era capaz de amar, que alguien como tú a mi lado era capaz de despegarme los zapatos del suelo, aprendí que un beso es capaz de expresar lo que la voz por temor calla, y que las manos son el mudo lenguaje de los amantes. Aprendí que las miradas envuelven y que en el cuerpo de la persona que amamos encontramos aquel aroma que nos hace sentir con cada fibra de nuestro cuerpo; Una vez lo dijiste, nuestro compromiso fue hecho con otro idioma y así quedó guardado para siempre, algo que solo tú y yo, nadie más podría entender, ¿Qué más querías? Te lo dije, yo solo quiero estar contigo, sentir que contamos el uno con el otro sin importar la aprobación del resto, nunca pedí más.
Lo sé cometí errores, lo siento, pero a pesar de ello siempre te amé…siempre”.

Te miré el rostro mamá, nunca te había visto tan demacrada, tu carita que mostraba tu edad sin pudor, hoy además, tenias marcadas las cicatrices de ese amor del que solo me hablaste cuando mi papá murió. Te lo guardaste por casi cuarenta años y hoy, se lo gritabas al mundo a la cara, pero él no te podía escuchar. Ese hombre al que le hablabas, ya estaba en otro lugar, la muerte te lo había arrebatado definitivamente.
Ya no quedaba nadie en la iglesia, yo me acerqué y tomé tu mano. Te paraste y caminamos hacia la puerta. Cuando estábamos por salir te diste vuelta, de lejos lo miraste en esa caja que lo donde yacía desgastado por los años y le dijiste:
“A pesar de todo valió la pena, todo lo que descubrí a tu lado me hizo ser lo que soy y vivir mi vida como siempre quise.Como tu dijiste una vez más vale tarde que nunca y hoy descubro que tenías razón”.

Te tomé del brazo, y te abracé. Al salir miraste el cielo y me dijiste:
- Te invito un café mi niña.
Y en ese café me contaste todo esto que hoy escribo para ti, para que te lo lleves y se lo entregues, ahora que se encontrarán en ese lugar donde la muerte te lleva.

Texto agregado el 18-08-2006, y leído por 113 visitantes. (0 votos)


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