Recordando que no es el carmín de tus labios lo que humedece mis mejillas.
Que No son mis manos las que te acarician, que no soy yo al que llamas "amor".
Pero yo sigo gastando versos agasajados que encontré en el suelo.
La ceniza incandescente de un cigarrillo es la luz de mi universo ahora,
Y una quemadura no es tan dolorosa como un corazón roto.

No es sangre lo que mancha mis manos sino tinta de un bolígrafo herido,
Ya no es ni tan grande, ni tan bonita la luna si el día esta teñido de gris.
Soy un poeta muerto en una esquina donde da el sol,
Donde cantan los pájaros una triste canción.

Y escribir mentiras en el aire con la mirada,
Vomitar ilusiones después de dos copas de dolor,
Y desear con voz ronca que Ojala "que estos son los últimos versos que te escribo".
Ojala...