todo parecía un cuento de hadas
una casita púrpura a la orilla del mar,
con dos grandes palmas que daban
algo de penumbra en las tardes,
un extenso huerto que proporcionaba
el alimento necesario
y un hermoso jardín de flores tropicales
que llenaba de romance la isla

En su interior.
cortinas lilas con sus iniciales bordadas (R y C)
atrapadas en un bello corazón,
manteles de terciopelo, en el medio de la sala
una hermosa postal de los dos entrelazados en un abrazo que parecía eterno, una vieja radiola que repetía todo el día
la canción que se escucho cuando por primera vez se besaron.

En su habitación, una cama tan enorme como una llanura
de color pasión, llena de velones de esencias frutales
y una mesita de noche con unos relajantes cigarrillos mentolados,
Un olor de ternura invadía el lugar, y la luz del sol era opaca en comparación de las sonrisas que retumbaban en la casa.

En fin esa casa transpiraba amor, emanaba pasión, pero tal vez en un capricho del destino, o aun peor, en un juego de azar de dios, las cosas cambiaron, sin previo aviso, la noche inundo sus corazones, la pasión cambio, se transformo, un mutante y sombrío amor surgió, las palabras se llenaron de odio, las acciones eran medidas, planeadas. En un feroz caos, la humillación toma presa el alma de ella y decidió darle fin, sepultura al sentimiento que la agobiaba. Mientras el, perplejo no entendía porque su paraíso se había convertido en un purgatorio, corrió y su agitación explicaba la importancia de su llegada.

Las olas ya no se estrellaban en el muelle, tan solo quedaban varadas, las gaviotas cesaron sus cacerías, la luna irrumpió como un visitante inesperado. Mientras ella balanceaba su cuerpo en el acantilado de la isla, sentía la inmensidad de la libertad cuando la brisa maltrataba su pelo, por instante después de mucho tiempo se vio débil, frágil, por el rabillo del ojo lo vio acercarse y con decisión inquebrantable se arrojo. Un grito del alma se escucho, fue tan fuerte que alcanzo la afonía.