Ella le vió solo una vez, una noche, observandola, mirandola, y a partir de esa noche su corazón se mantuvo atado a esa sombra, a esa figura vestida de negro.
Ella, cada noche gemía, lloraba y suplicaba pidiendo que volviera a buscarla y la llevara, que la arrastrara con él a su mundo, que surgiera como aquella noche pero que esta vez se la llevara con él.
Así siguió suplicando, pidiendo, llorando, pues sabía que e´l escucharía su s`plica, sabía que llegaría hasta él el sufrimiento de su alma enamorada. ¡Cuanto dolor y cuanto sufrimiento, pobre alma torturada!¡Cuanta piedad inspiraban sus suplicas enamoradas!
Finalmente sus suplicas fueron escuchadas, y unaa noche ante ella volvió a surgir la sombra, volvió a ver la figura vestida de negro, tuvo al fin ante si la figura de su amado, al que tanto había suplicado. De sus labios entreaviertos escapó un suspiro, tumbada en la cama, le abíó los brazos y él, entre los suyos la tomó y elevandola, con el se la llevó.
Al dia siguiente una sonrrisa azulada cubría sus labios, por fin se habia ido con su amado, su figura de negro, su angel de la muerte. |