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Capitulo VI



Estaba totalmente inmerso en el problema, ¿que iba a hacer con el cadáver?, a esta hora del día, era imposible sacarlo sin que algún vecino pasara por alto como saco un cadáver de mi casa, y todo podía empeorar, al momento en que los compañeros de Eric notaran su ausencia en el trabajo, les preocuparía, y no solo eso si no que relacionarían lo extraño de que yo no haya reportado su ausencia “En que lío me metí” y cuando todo no podía estar peor, timbraron a mi puerta. Tapé la hielera, y retrocedí, quien podía ser a esta hora, no recordaba mi otro problemita. Sin hacer ruido me acerqué a la puerta y verifiqué por el ojal, estaban dos policías aguardando, uno frente a la puerta y otro revisando disimuladamente la casa, noté que el primer policía tenía una carta en su mano derecha. Lo primero que se saltó a mi cabeza fue el asesinato, seguramente alguien vio algo, un vecino husmeando mientras yo lavaba la hilera o algún entrometido que me vio tomar el carro Eric, “Maldición”, pensé, Que iba a hacer, no los podía pasar, la hielera sería lo primero que percibirían fuera de lugar, y concordaría con el testimonio del fisgón. “Guarda la calma” me dije, solo no abriría, los policías necesitan órdenes dictadas por un juez, y eso requiere tiempo, si, solo dejaría a los policías timbrar y timbrar, y luego que se fueran.
Estuve escondido en la cocina escuchando sus llamados un par de minutos, los más largos, imaginaba que se cansarían y tratarían de tirar la puerta, pero no, vino un poco de calma cuando se retiraron a su patrulla. Cuando estuve seguro que se habían ido, abrí lentamente la puerta, y vi la carta metida en el buzón, la carta del policía, pero traía el nombre de mi empresa, “Claro, los papeles perdidos!”, se me habían olvidado por completo, pero por lo visto a la empresa no. La carta traía un aviso, de que me presentara con los papeles, y al final venía una advertencia, si hacía caso omiso al comunicado levantarían un cargo por abuso de confianza y una orden de aprehensión, por eso la policía lo había traído, seguramente ya estaba el cargo presentado, mi oficina había quedado hecha un desastre y también había volteado de cabeza la oficina de Marisa, me la imaginaba fingiendo que no sabía porqué yo había hecho eso, ah porque por supuesto sería el principal sospechoso. Esta vez tenía suficientes problemas, y los tenía que arreglar, uno era el cadáver de mi amigo en mi lavandería y el otro el robo de los papeles. Al pensarlo supe lo importante que era actuar rápido antes de que Marisa vendiera la información, y desaparecieran las evidencias para culparla, tenía que ser inteligente y actuar rápido.

-Todo se complico, ¿no?- Puschkin
-Si, bastante-
-¿Que harás?-
-No lo se, supongo que tengo que recuperar lo mas pronto posible los papeles-
-¿Y el cadáver? ¿Ese no es importante?-
-Si, si es importante, ¿pero a esta hora no lo puedo sacar o si?- me estaba alterando
-Tranquilo, solo trato de ayudar, anda ve por tus papeles-


Vi la hora, era tarde me había levantado muy tarde por dormirme en la mañana prácticamente, comí algo, no tenía hambre incluso se me revolvía el estómago con todos los sucesos, pero tenía que comer algo, si no las energías no me alcanzarían para todo. Comí, y me fui, vi la hora antes de salir y ya faltaba poco para las cuatro, el clima era templado no el calor habitual. En el camino me di cuenta que el carro de Eric estaba en buenas condiciones, tenía suficiente gasolina y era un modelo resiente, algo a mi favor por fin, llegué al edificio donde trabajaba, el plan era claro, iba a esperar a Marisa como ayer lo había planeado, seguirla a su casa y ya que llegara, la obligaría a darme los papeles, luego con los papeles tendría un problema menos que resolver. Permanecí afuera del edificio mi ansiedad había ocasionado que llegara dos horas antes, y después de esperar empecé a sentirme fatigado por no haber dormido del todo bien, tanta actividad y el clima templado, solo pasó un momento más y me quedé completamente dormido.




***


Iba llegando a su casa completamente derrotado, todo salió mal, no encontró a Marisa, se la había tragado la tierra, estaba en un mar de problemas. Un intenso dolor en la cien hacía difícil que se concentrara en resolverlo, así que decidió volver a su casa a cavilar sobre la situación en la que se encontraba. La ausencia en las calles era igual que antes, y le causaba un miedo terrible, el miedo a no poder escapar de la soledad y verse completamente rodeado de ella. Llegó a su casa y estacionó el carro, se bajó y vio que la puerta principal estaba abierta, “Los policías”, otro de sus miedos, pero cuando se asomó a la casa, la oscuridad en ella le recordó a las sombras, con precaución penetró hasta que encontró un interruptor de corriente, prendió la luz y el foco de la cocina reveló que en la lavandería había un enorme charco de agua, caminó derecho al charco y encontró a la hielera volteada, y su asombro fue mas bien, porque el cadáver de Eric no estaba ahí. Sudando giró la vista para buscarlo, esperaba verlo parado en la oscuridad, prendió la luz de la lavandería, y por unos segundos se apreció que el cuerpo de Eric no se encontraba ahí parado, ni de ninguna manera. El foco que acababa de ser prendido, hizo un sonido extraño como si se hubiera ocasionado un corto con la energía utilizada, y se apagó después de un zumbido que también oscureció toda la casa. “Un corto” pensó, la oscuridad contrastó con la poca luz de la noche que iluminaba el patio. Esto hizo que Edgar mirara por la ventana y lo viera ahí sentado, como si no le hubiera partido la cabeza, abrió la puerta trasera con cautela, para tener una idea de cómo se había salido de la hielera, había un rastro de agua y sangre desde la puerta hasta donde él se ubicaba. El cadáver estaba reclinado contra una mesa, con un brazo extendido, y otro debajo de la frente de Eric, como si estuviera afligido. Cuando dio unos pasos en el césped la cabeza de Eric giró como para verlo sin levantarse, parecía que hubiera advertido su aproximación, esto causó que Edgar se detuviera, su amigo se estaba moviendo, su cabeza comenzó a cabecear, en forma negativa, como si estuviera desaprobando todo lo que pasó, Edgar pregunto “¿Eric?, ¿eres tu?”, la cabeza dejó de moverse, después de que emitió el comentario, la vista de Eric aun estaba perdida en ningún lado, pero otra cosa no tenía sentido, su amigo parecía vivo. A medida que se acercó al cuerpo, fue latiendo su corazón mas rápido, porque era evidente que el cuerpo estaba sin vida, y la razón de que sus cabeceos, era otra, mas adelante pudo apreciar la repugnante escena, tras su cabeza se escondía el gato naranja masticando restos de sesos y lamiéndose los restos de sangre en las patas delanteras, ¡el gato se estaba comiendo a su amigo!, la impresión hizo que Edgar retrocediera y por primera vez temió al felino, el gato viró hacia donde él se encontraba sin ninguna vergüenza, incluso como si lo esperara. Al momento mucha sangre se comenzó a derramar del la cabeza de Eric, la sangre cubrió su rostro y luego cubrió la mesa, de la mesa se vertió al piso, hasta que todo estuvo empapado en la roja sangre de Eric, el gato no quitaba la mirada a Edgar, y el terror lo invadió “ ¡Déjenme!, ¿Porque me hacen esto? ¿Porque yo?!” trató de correr pero se resbaló con el agua de los hielos, cayó sobre el césped, mientras el gato brincaba al piso, y luego caminaba en su dirección.





***


-No, ¡aléjate!- un grito de terror mientras iba despertando de una pesadilla- fue solo un sueño,- me repetía

Todavía batallaba para quitarme la imagen de mi sueño de la cabeza cuando la vi salir. Eran 5 para las seis, la hora exacta a la que salía Marisa, 5 minutos antes, no hubiera creído que siempre salía con 5 minutos de anticipación, pero si, era viernes y todos quieren salir temprano, menos yo, a mi no me importaba eso. La seguí, vivía en una zona céntrica, el problema fue que un carro se interpuso entre el de ella y el mió, y cuando se prendió el semáforo, me quedé atascado en el tráfico, solo la vi entrar a una colonia. Esperé a que se pusiera en verde de nuevo y me dirigí rápido a la colonia, si tenía suerte ella viviría aquí, si no iba a ser imposible encontrarla, era una colonia en donde vive pura gente mayor, no se ven niños en los pocos parques, y no muchos jóvenes. No encontraba el maldito carro por ningún lado, hasta que como última opción pregunté:

-Oiga disculpe- me dirigí a unas señoras que iban llegando a su casa- No conocen a una joven, por aquí cerca, su nombre es Marisa.
-Mmm no yo no tengo mucho viviendo aquí- dijo la abuela antes de que la interrumpiera su amiga
-¿Ah una muchacha morenita, muy bonita, de un carro azul?- la otra abuela
-Ándele esa Marisa es a la que busco- que suerte, esto iba mejorando definitivamente
-Mire joven, es esa casa de la esquina, la blanca, con rejas guindas, ¿la ve?- me dijo mientras señalaba al fondo de la calle.
-Oh, si la veo, muchas gracias, no saben lo mucho que les agradezco,-
-No se preocupe joven-

Me subí al coche, pero no lo estacioné enfrente de su casa, porque el carro de ella no estaba, eso podría significar que había salido, y probablemente sospecharía si viera algún carro estacionado afuera de su casa, era muy astuta. Me dirigí tratando de no levantar sospechas, me refiero a que caminé con disimulo, llegué y lo primero que hice fue timbrar, después que no abrió, (lo cual sabía que pasaría), verifiqué la zona, tenía que estar seguro de que no había nadie observando antes de saltarme a su patio, cuando salte, me dije “espero que no tenga perro”, claro que el can ya hubiera hecho escándalo antes de que me saltara. Forcé la puerta trasera con una pata de cabra, y entré, era una linda casa, bien limpia y con bonitos muebles, todo en orden, lo cual facilitó que me diera cuenta que ahí no estaban los papeles, a pesar de estaba alerta por si llegaba, perdí la guardia cuando me concentré en buscar los papeles. No hice un desastre como en su oficina pero si llegaba no batallaría para darse cuenta que alguien revolvió sus cosas, principalmente porque su puerta trasera ya no tenía cerradura.

-¿Oye no olvidas algo sabelotodo?- Puschkin
-¿Que? ¿Que olvidé?-
-Ella iría a la cabaña, ¿no lo recuerdas? en fin de semana, te lo mencionó-
-Es cierto, ¿como lo olvidé?- y luego vi la foto enmarcada en una de las repisas de su estudio. Estaba ella con salvavidas en una lancha bajo el muelle, en el lago, ahí estaba la cabaña, atrás de ella.
-Ves, y ahí puedes deshacerte del cadáver- me aconsejo Puschkin
-Si, tienes razón, mataré dos pájaros de un tiro-
-Espera espera, ¿a donde vas tan de prisa?-
-¿Que? pues a mi casa por el cuerpo-
-Si si, pero sabes exactamente la ubicación de la cabaña?-
-No, mmm es cierto,-
-Llévate la foto, y preguntas a alguien de por el lago, después de todo sabes cual lago es-
-Buena idea-

Tomé la foto, y salí con menos precaución de cómo entré. Regresé a la casa, por el cuerpo de Eric, pero fue esa sensación de ausencia al llegar la que me detuvo unos instantes en la entrada, eran las sombras, las malditas sombras que habían empezado todo desde el año pasado, son ellas las que no me dejan en paz, solo esperaba que el gato no saliera de la nada como solía hacerlo, esperaba que esto se solucionara de una vez por todas. No tenía mas alternativa que entrar, caminé por la cocina hasta la lavandería, donde estaba la hielera, y donde permanecía el occiso. Pero antes de que pudiera pensar en cualquier cosa, pasó de nuevo, “Dios mío “ pensé, “¿porqué a mi?”, todo había estado bien hasta ahora, el carro, haber encontrado la casa de Marisa, pero las sombras siempre venían a echarme todo a perder, querían acabar con mi vida. En la sombra empecé a percibir movimientos, y luego empeoró porque no solo se movían, si no que se escuchaban murmullos, seguramente estaban burlándose de mi situación “Cállense!”, grité, pero no se callaban, escuchaba entre los murmullos que hablaban de mi, decían “Edgar”, lo repetían, solo faltaba el maldito gato pero ese no estaba, las ignoré para concentrarme en sacar al cuerpo.

-No dejes que te molesten, concéntrate muchacho- Puschkin-Toma las colchas del cuarto de Eric y tráelas para acá para enrollar el cadáver, no creo que se enfade- a pesar de todo, Puschkin no perdía el sentido del humor
-Bien pensado-

Fui al cuarto de Eric que estaba atrás en el patio, saqué las colchas más oscuras que encontré, y lo envolví en ellas, luego con cinta adhesiva gris, aseguré la inmovilidad del cuerpo. El carro ya no podía estar mas cerca de la casa, así que solo fui a abrir la cajuela, pero ¿que tal que alguien estuviera viendo desde su ventana?, no era muy tarde para que estuviera dormidos todos, tal vez las ocho de la noche o nueve, que pasaría si un vecino me viera cargar unas sospechosas sabanas oscuras amaradas con cinta adhesiva gris, envolviendo a un cuerpo con forma humana, que tal que esa persona supiera que este no es mi carro que es el carro de Eric, pero ni siquiera para ese tipo de cuestiones tenía cabeza, volví a la casa, y las sombras estaban chillando, sus voces no se distinguían porque eran muchas, que tonto haber pensado que había matado a una, y era mi amigo. Cuando caminé por la cocina para sacar el cadáver, una sombra me arrojó contra la mesa, me impulsó con tal fuerza que tiré varios vasos y platos haciendo un escándalo al caer, estaba temblando de miedo cuando me elevé, que había ahí, ¿que eran esas sombras?, levanté a Eric enrollado en las colchas, y tratando de ignorar a las sombras salí de la casa, me estaban volviendo loco.
Con cierta precaución de no ser visto, lo puse en la cajuela, y luego de acomodarlo, la cerré, me regresé a cerrar la puerta de mi casa, y fue como si dejara encerrada una multitud de alaridos.

Texto agregado el 18-08-2006, y leído por 142 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-09-2006 Muy bien leere de una buena vez el final, esto a captado mucho mi atención como para dejarlo pasar, pobre edgar, hasta esquizofrenico es..... mis 5, ya te haz ganado sin lugar adudas un espacio entre mis escritores favoritos, estas junto con Edgar Allan Poe y Lovecraft....mis 5 LuiguiDi
 
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