era una chica buenísima, de amplias caderas, ojos grandes y alegres, y un cabello cobrizo, largo como una mata de serpientes. la seguí, la seguí hasta que entró en un bellísimo café. entré tras de ella y pensé en enamorarla. me senté a su lado sin pedirle permiso y le dije que me gustaba, que la adoraba en demasía. su cuerpo, sus ojos, su voz, su pelo, todo lo que de ella se manifestaba, me hechizaba sí, eso le dije. de pronto vi que un hombre de mas de un metro noventa se nos acercaba. le reconocí, era un amigo del cual no veía hacía años, me paré, le abracé y el se dejó abrazar. luego, mirándome con rostro amigable, me dijo que la chica que yo estaba enamorando era su mujer, su querida y por ello me iba a tener que pegar como dios manda. por favor, agregó, acompáñame. le seguí callado pues no podía creer que lo que decía, salía de su alma. era mi amigo. era un tipo bueno, educado, simpático, adinerado, casado, en fin, un tipo de éxito y de un corazón enorme. no, no te creo, me estás bromeando, le dije. no, en verdad, te voy a pegar... vas a ver tú, dijo. se sacó su saco, lo dejó cerca a un mostrador, ya en otro lugar del café, algo así como un cuarto interior y silencioso, y siempre con una sonrisa, se me acercó, mientras yo pensaba que no podría pegarme, es que, era un tipo tan noble, bueno que no podía creer lo que me iba a hacer. pero, estaba acercándoseme con las manazos apretadas. me cogió del cuello y me tiró un puñetazo en el estómago, dejándome tumbado en un rincón del cuartucho, sin aire... luego, me cogió del pantalón y me dio tantas patadas que dejé de sentir mi cuerpo... y cuando ya estaba en el suelo, hecho un guiñapo, mi amigo, siempre con esa sonrisa amigable, se acercó y dijo algo terrible: ahora sí, esto sí te va a doler. vi su cara sin un solo sudor, sin despeinarse, mientras veía su manazo que se acercaba a toda velocidad a mi rostro, hasta hacerse todo negro como muerto. cuando desperté, estaba tirado en la parte posterior del restaurante. traté de levantarme y no pude. ay, me dije, estoy reventado. vi a unos borrachines pasar por mi lado, ya era de noche, les llamé. ayúdenme, por favor. se acercaron y me levantaron. llamaron a un taxi, subí y me fui hacia mi casa, no sin darles una propina a estos borrachines tan gentiles. y mientras me alejaba vi nuevamente a la hermosa chica de la mano saliendo con mi amigo. se les veía tan contentos que sentí envidia... mas rápido, grité al chofer.