Capitulo III
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Me sentía nervioso, mi corazón latía rápido cuando me levanté, agitado, más que de costumbre, esta vez no tenía sueño, simplemente tomé la rutina diaria a la que me había acostumbrado después de tantos años. No vi a Eric como de costumbre, él se había mudado conmigo hacía un par de meses solamente, yo le rentaba el cuarto de atrás lo tenía acondicionado para las visitas, su baño propio, cocina, sala incluso. Solo estábamos el y yo en la casa, lo que podría haber creado una buena amistad, pero no, aunque al principio nos habíamos llevado muy bien, de alguna forma siempre terminaba aislándome de todos. El nerviosismo se fue desvaneciendo, hasta llegar al trabajo, donde vi a Marisa, pero esta vez no deteste hacer contacto con ella.
-¡Hola Edgar!- me dijo con su sonrisa habitual
-Hola- que no detestara hablar con ella, no significaba que iba a intercambiar más que un hola.
-Me siento fatigada, ayer tuve mucho trabajo, no pensé que fuera tan pesado-
-Si lo es-
-Es muy pesado, tengo que entregar informes detallados de todo, - me dijo mientras avanzaba a su oficina,- bueno, te veo mas tarde, en la comida, digo si quieres comer conmigo-
-Esta bien, ya sabes donde esta mi oficina- por alguna razón, accedí, pude decir muchas excusas, pero no me molestó la idea de verla mas tarde. Vi cuando se alejaba, traía una carpeta verde igual a una mía, y en ese momento no le tomé mucha importancia.
Avancé hasta mi oficina y cuando me senté me habló Puschkin:
-Con que ella es Marisa, es bonita-
-No, no creo-
-Te gusta, te conozco-
-No me gusta, porque lo negaría-
-No se, la gente niega todo, prefiere las mentiras, y no me pidas que te explique eso, porque no lo se-
-Bueno como digas, no me importa a fin de cuentas-
-Accediste de comer con ella, ¿porque?-
-No lo se, siempre como solo, no es tan agradable comer solo-
-Ya veo, ¿y que no vas a trabajar?-
-Si, si me dejas-
Continué en la oficina, pensando cosas, no cosas importantes, por ejemplo, el hecho de que estuviera solo no me gustaba, aunque no me acercara a la demás gente no significa que no anhelara una familia, una esposa e hijos. Estaba todo el tiempo solo, y Eric claro, aunque no era precisamente mi idea de compañía, mi falta de sensibilidad había ocasionado mi lejanía, es la ausencia que me provoco. Tal vez era el momento de conocer a más gente, después se sonó el teléfono, y era la secretaria.
-Hola Edgar, buenos días,-
-Buenos días- en ese instante se me vino a la mente el fastidio de: “¿Me podría hacer un informe blabla?” o “¿podrá venir por unos documentos?”, pero no me acordaba de lo importante.
-El jefe me pidió que le dijera que si ya tenía lista la revisión de los papeles que le dio ayer-
-Mmm si ya los terminé desde ayer, a que hora se los llevó-
-Lo más pronto posible por favor-
-Está bien, los llevaré en cuanto los ponga en orden -
Colgué y aunque en toda mi llegada a la oficina no había pensado en los papeles, sabía exactamente donde los tenía, era en una carpeta verde. Busqué la carpeta, pero no la vi, no estaba a la vista, así que pensé que la había guardado en un cajón, busqué en todos, y no aparecieron los papeles, eran muy importantes por lo que me tensé rápido, (el miedo a perderlos), el jefe me había dicho que eran los originales, necesitaban mi vulgar cello, “¿donde estarán?” , Me senté, estaba estresándome tal vez en vano, solamente tenía que repasar mis acciones del día anterior, así sabría su ubicación.
-(Los terminé ya tarde de revisar, y los acomodé en la carpeta verde, mmm arriba del escritorio, o no?, si, ahí fue)-
Simplemente no tenía lógica, si los hubiera puesto en otro lugar definitivamente me acordaría, ¿donde podrían estar si no en mi oficina?.
-¿Que pasó no los encuentras?- Puschkin
-No, no recuerdo donde los puse, estaba seguro que los había puesto en una carpeta verde sobre el escritorio-
-¿Igual que la carpeta de Marisa?-
-¿Cual? ¿La que traía hoy? si igual, pero a que te refieres, ¿piensas que ella los tiene?-
-No, claro que no, se ve linda, me refiero a que si era parecida-
-Pues si ahora que lo mencionas, es idéntica, ¿crees que lo haya tomado?-
-No no creo, ¿para que los tomaría?-
-No se, ella mencionó algo sobre otras compañías, lo importante de la información de los papeles-
-Si pero no se ese tipo de muchacha-
-Entonces ¿donde están? no tiene sentido, no desaparecieron, no es posible-
-Piensa bien donde los dejaste, y te recomiendo que también acomodes de nuevo tu oficina es un desastre-
Tenía razón, mi oficina había quedado volteada totalmente, todos los libros del librero abajo, caminaba sobre informes si me movía, el teléfono descolgado, plumas y mas papeles por doquier. Recordé que Marisa me había invitado a comer con ella, no pagaría supongo pero el punto no era ese, tenía que hablar con ella, aunque si ella los había tomado no me lo diría, y fue cuando se me ocurrió, si, iría con ella a comer, me serviría para llevarla al restaurante mas lejano posible lo que me daría algo de tiempo para revisar su oficina, si ella tiene los papeles, los encontraría. Dejé descolgado el teléfono, solo para evitar las llamadas de la secretaria molestando, pero también el teléfono descolgado tanto tiempo podría levantar sospechas de algún tipo, entonces mejor lo colgué de nuevo si hablaba la secretaria solo le daría mas prorrogas hasta que se diera la hora de la comida, y luego el plan. La secretaria también tenía su hora de comida lo que hacía que mi plan fuera perfecto. Marisa llegó 5 minutos antes de la hora oficial para comer, era algo que yo nunca hacía, casi esperaba hasta el último segundo para salir, pero me daba más tiempo, no mucho pero si más para realizar mi plan. Mi oficina estaba hecha un desastre, cualquiera que la viera pensaría que algo anda muy mal, ya sea con mi limpieza o conmigo mismo, así que cuando la escuche en el corredor, salí y cerré las persianas de mi oficina, las que daban al pasillo.
-Hola Marisa, ¿lista para ir a comer?-
-Si, vaya, se me hace que es el mayor numero de palabras que has emitido en un solo enunciado- la miré apenado- no te creas, solo bromeaba, si estoy lista, por eso vine por ti
-Ok, ¿entonces nos vamos?-
-Me parece muy bien, mi estómago no aguanta más-
Nos fuimos cada quien en un carro, a pesar de que ella insistió en que nos fuéramos juntos, inventé excusas, y al final logré convencerla. Le propuse el restaurante del centro, uno decente, (no como el puesto donde ya me conocían por mi nombre). Buena comida para justificar la distancia, y buen servicio, ¿que más queríamos de un restaurante?. Al llegar yo primero, la esperé en la entrada, los minutos que se tardó fueron muy largos, que tal que se hubiera regresado, o descompuesto su carro, eso arruinaría todo. Para el alivio de mis nervios llegó muy poco después que yo, se bajó del carro y entramos al lugar.
-Es bonito, buena elección, aunque la próxima vez preferiría un lugar mas cercano,-
-Si, tal vez no calculé bien la distancia, pero es muy rico, veraz porque lo elegí-
-Si no lo dudo-
Llegó el mesero y pedimos nuestras bebidas, luego la comida. Platicamos un poco y se pasaron unos 20 minutos para que llegaran nuestros platillos, ahora tenía que devorarlo rápido, mucho mas que ella para que me diera tiempo de llegar. Terminé de inmediato, ella se sorprendió ciertamente:
-Vaya, eso estuvo rápido, dices que tienes que regresar a la oficina ¿verdad?-
-Si, me da mucha pena dejarte, pero es importante- no quería que sospechara nada, tal vez al verme ir sospecharía mi propósito, tenía que actuar bien.
-No te preocupes, pero me lo compensaras la próxima vez ¿ok? y además nos iremos en mi carro-
-Claro, te dejo dinero, y esto para la propia, nos vemos-
-Bye, y suerte con tu asunto-
El Buik no era tan rápido, se comenzó a calentar por el esfuerzo al que lo sometí, ah pero tampoco le ponía agua muy seguido, seguramente era eso, que le faltaba agua, y claro el calor. Muy atolondradamente llegué al trabajo, me apresuré sin correr, tampoco quería que pensaran que me había vuelto un adicto al trabajo al llegar a la hora de la comida y corriendo. Subí y como lo previne el departamento de calidad estaba vació, me dirigí al pasillo, tomé el opuesto del que tomaba para ir a mi oficina, pasé al costado de los cubículos centrales y llegué a la oficina de Marisa, por supuesto tuve que forzar la cerradura con una tarjeta de crédito, la abrí y la cerré silenciosamente, vi la hora, me quedaban solo 10 minutos, pero no necesitaba mas, empecé por las pilas de archivos que estaban sobre el escritorio, un por uno, y no estaba, ni siquiera la carpeta verde que había visto en la mano de Marisa cuando llegué. Continué con los cajones, el librero, luego vi la hora, se estaba acabando mi tiempo, y si no los encontraba ¿que le iba a decir al jefe?. Luego por la ventana interna de la oficina de Marisa, vi a la secretaria del jefe dirigirse a mi oficina, dejé de buscar para ver su reacción, tocó un par de veces y se asomó por la ventana, debe habar percibido algo del desorden por las persianas, porque después de irse regresó con el intendente, pero él si pudo abrir mi puerta, “demonios” dije, vi la hora, ya había pasado el tiempo para comer, Marisa llegaría en cualquier momento, entonces vacié la papelera mas con desespero que con una razón, abrí de nuevo los cajones, los vacié, tumbé los archivos del escritorio, las plumas, y nada, no estaban ahí, estaba seguro, ¿entonces en donde?, luego recordé que Marisa traía su portafolio cuando salió a comer, seguramente los había metido ahí, la maldita había previsto mi plan, vi de nuevo por la ventana que también tenía las persianas cerradas como mi oficina, y ya habían causado mucho alboroto, al parecer varios compañeros es habían acercado para ver el desorden que dejé, “Estúpidos sin que hacer, nunca habían visto una oficina en desorden?”Me dije. Sabía que no tenía que ser visto, aun no, salí y entre la gente observé que estaba Marisa también husmeando, tarde o temprano vería su oficina hecha un desastre del mismo modo. Me subí el cuello de mi saco y caminé por el otro pasillo, hasta llegar al elevador, el cual me llevó al primer piso, y a la salida, no tuve problemas para salir del estacionamiento como pensé, imaginé al jefe alertando a todos los guardias, “Un ladrón con importantes papeles”, pero no el guardia me saludó como si fuera cualquier día normal, como si no hubiera causado un caos de papeles tirados, y hubiera perdido tan importante información. No sabía a donde ir, mi carro se calentaba de nuevo, paré en una gasolinera, por lo menos ya no estaba en edificio pensando que hacer, le eché agua al radiador del carro y también al depósito extra del motor, un momento después la aguja indicadora de la temperatura comenzó a bajar, y luego bajó casi por completo, “maldito carro, cuando mas te necesitaba, pero bueno”. Ahora me dirigí a mi casa, una hora muy poco usual de llegar, el sol todavía creaba el calor insoportable al que mi carro no estaba acostumbrado. Entré y como supuse no estaba Eric, había salido.
-¿Que tremendo susto eh?- Puschkin
-Lo se, aun estoy algo nervioso,-
-¿Que les vas a decir?-
-No tengo idea-
-Yo te recomiendo que regreses y les cuentes todo, tal vez solo te despidan,-
-Claro que no haré eso, tengo que recuperar los papeles, los tiene Marisa, y se los voy a quitar-
-Bueno si los tiene Marisa, significa que ya sabe que sabes, lo cual complicaría todo, no las vas a encontrar tan fácilmente, es decir ni siquiera sabes donde vive-
-Pero puedo averiguarlo-
-¿Como? te estas poniendo muy paranoico-
-La seguiré a su casa, se a que horas sale, y se que lo hace 5 minutos antes, estaré ahí 20 minutos antes, me cercioraré que esté ahí su carro y luego la espero afuera del estacionamiento-
-Puede ser, ¿pero que tal que no los tenga?-
-Tú viste la carpeta, ella los tiene, no hay otra explicación-
- Eres un adulto, supongo que sabes lo que haces después de todo-
La espera fue lo peor, la tensión generada, normalmente a esta hora estaba en trabajo, sellando papeles, informes, iguales a los que me habían robado pero no tan importantes, incluso si lo pensaba bien, alguna vez también perdí papeles, pero solo me daban otra copia, y ya, estos eran especiales, los había puesto en la carpeta, la verde, la elegante, lo recordaba vividamente, poniéndolos sobre el escritorio, ¿como era posible que no estuvieran? A y luego Marisa con la carpeta, seguro que la intercepté justo antes de que se los robara y solo se enfocó en que no advirtiera que ella los traía, pero como iba a darme cuenta si ni siquiera los hacia perdidos, y también eso explica su apuro por irse a su oficina, normalmente se quedaba a fastidiar. Todo estaba claro, ella iba a vender la información, y me usó como chivo expiatorio. Se hizo mas tarde, y era la hora de irme, tomé las llaves de mi bolsillo, salí de la casa, y lo vi, estaba el maldito gato tuerto sobre el cofre de mi carro acostado, como si nada el maldito gato, pero no tenía tiempo de matarlo, así que solo lo ahuyenté, y él se levantó con tranquilidad, nunca con miedo. “Es hora” me dije, puse las llaves y le di marcha, el sonido del motor era igual al de un enfermo de tuberculosis, no arrancaba del todo, lo intenté y lo intenté, luego abrí el cofre, pero no sabía de mecánica, solo observé el lamentable estado del viejo motor. Moví unos cables, le eché mas agua, verifiqué el nivel del aceite, y nada, me desesperé cuando se hizo tarde y solo aventé el cofre cuando ya no encendió, “Maldito carro de mierda”. Cerré el carro y luego giré la vista, y ahí estaba el gato entrometido, viéndome, si los gatos rieran ese gato estaría muerto de la risa, lo se, lo sabía.
-Seguramente tu tuviste algo que ver- el gato ni se inmuto-son ustedes los culpables de todo lo que me pasa- lo dije refiriéndome también a las sombras, perseguí al gato hasta que se trepo ágilmente a un árbol y de ahí a mi techo, “el maldito gato está repitiendo su rutina”.
-¿Eso lo soñaste que no?- Puschkin
-Claro que no, es el mismo gato, pero ya lo voy a matar, definitivamente-
-Estas confundido pero anda, acábalo-
-Es lo que haré-
Para subir al techo necesitaba una escalera, la cual guardaba en mi patio. Entré a la casa, salí por la puerta trasera, y vi la escalera recargada en el pasto, la levanté, y el gato en el techo continuaba viéndome como diciendo “Que ira a hacer este tonto”, pero no sabía que lo quería matar, eso es seguro. No obstante con que lo mataba, busqué en mi caja de herramientas y encontré el arma perfecta, “un martillo”, le daría en la cabeza con esto y la abriría en dos. Aproximé la escalera al techo, pero luego la reacción del gato me facilitó las cosas, saltó al muro de mi patio, el lateral, “ Ja, tonto” , acomodé disimuladamente la escalera, y me puse el martillo en el cinto, me quité el saco, los zapatos, y me remangue la camisa, “ No sabes lo que te espera gatito” murmuré, empecé a subir las escaleras, una a una, ya casi estaba en la cima cuando vi que el gato cínicamente pasa a través de las escaleras hacia el otro lado del muro caminando por encima de él. Llegué al borde, y concluí que el muro tenía el suficiente grosor para desplazarme gateando a través de él, pero no tanto como para perder la precaución. Lo seguí lentamente, porque no podía ir mas rápido, y luego el se sentó, como si me estuviera esperando, saqué el martillo de mi cinto, y lancé un buen golpe hacia él, pero solamente brincó justo antes de que lo golpeara y siguió caminando, por el muro, “!Demonios!”, murmuré, ya no metí el martillo y seguí tras de el tratando de darle con múltiples golpes en el aire, pero el se movía antes de ser molido por mi fuerza. En un de los golpes perdí el equilibrio y casi caigo, pero me alcancé a detener, apenas recuperé el equilibrio el astuto gato me atacó, brincó hacia mi, moví la mano con el martillo para intentar defenderme, pero la rapidez de los movimientos y el susto, causó que cayera inevitablemente contra el césped, el golpe en la cabeza me dejó inconciente.
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