Como un Quijote que navega las páginas, tu silueta se propaga en infinitos espejismos de bondad, surcando arrecifes o combatiendo gigantes de papel. Un monitor como cielo te eleva dentro en remolinos dulces extendidos por océanos de realidad, sobre las cumbres que tu naturaleza escala día a día entre los fantasmas del alma. Y ríes con las palabras que mis textos muestran dentro del sol que brota de tus manos o lloras bajo el susurro del tiempo que se pierde con las huellas. Todo pasa, el mundo, la habitación, el poniente atravesando nuestra eternidad, la vida detenida en el silencio, los rostros, para reconciliarnos con la calma y otra vez reanudar la exploración del todo y de la nada. Dentro de ti habita el don del sentimiento y la sensibilidad, no los cambies, compartilos con la humanidad que vibra en tu mismo umbral, lo demás no es más que eso, demás; te quiere, Ana Cecilia.